
Hay momentos en que todo se viene abajo. Momentos en que pasas de la risa al llanto y del orgullo a la vergüenza propia con demasiada rapidez. Hay momentos en que ni siquiera haber llegado a las 225 páginas te salva de querer romper la pantalla del ordenador. O tu propia cabeza, total, para lo que vale...
Hay momentos en que todo se viene bajo. En que una sola frase ("y-la-miró-con-incredulidad") destapa la caja de Pandora y deja salir tu mal más temido: la mediocridad. Y entonces todo explota y se hace pedazos.
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