jueves, 16 de abril de 2020

CLAUDIA - Epílogo


Nota: te advierto que en el texto que estás a punto de leer hay errores tanto de estilo como ortotipográficos. Si quieres saber por qué, te recomiendo leer la entrada «Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)». Si no te apetece, te la resumo: este texto está sin editar. Como una canción sin arreglos o una película que aún no ha pasado por posproducción. Escribí esta historia a los diecisiete años, y aunque podría corregirla ahora, he preferido no hacerlo para conservar su esencia. Si fueses pintor, ¿retocarías aquel dibujo que hiciste con cinco años, y que tu madre colgó en la puerta de la nevera? Probablemente no, porque ese dibujo es lo que te ha llevado hasta donde estás ahora. Fue el inicio de tu carrera, y es un recuerdo que quieres conservar. Lo mismo me ocurre a mí con Claudia, a pesar del pudor tan ENORME que me produce enseñártela así como está, en bruto.

Y ahora sí, por fin, aquí está el capítulo de esta semana, el último. Muchas gracias por acompañarnos a Claudia y a mí en este viaje. ¡Espero que te haya gustado! ;-)


EPÍLOGO



En Baelo Claudia ya ninguna casa permanece en pie. La domus donde vivía Claudia dejó de existir hace tiempo, y ni un solo mosaico, ni un solo resto de pared demuestran que llegara a existir alguna vez. El cardo donde un buen día una mujer buscaba con desesperación un pollo es ahora una vía vacía, y el foro no es sino una explanada de piedra en la que todavía se alzan majestuosas algunas columnas pertenecientes a la antigua basílica. Del templo de Isis no queda más que la escalinata que antaño desembocaba en el pórtico principal, al igual que ocurre con los demás templos de la ciudad.

La muralla, símbolo de fortaleza, ha desaparecido casi en su totalidad, mientras que el cementerio que se encontraba ante la puerta norte ni siquiera parece tal. De las termas, testigos del amor de Lucio y Claudia, pueden observarse hasta las entrañas, ya que lo único que se conserva son los pequeños pilares del hypocausto, en tanto que el moho se aglomera en los pozos de las factorías de salazón.

Y en cuanto al teatro… El teatro, amortajado, se sostiene a duras penas gracias a la ayuda de puntales; las gradas, semiderruidas, observan impasibles cómo el abandono va, poco a poco, llenando de vegetación el escenario.

El polvo lo cubre todo. Baelo es una ciudad muerta. Y, sin embargo, el cielo permanece azul, y el sol sigue brillando en lo alto los días de calor, y las olas del océano (SU OCÉANO) continúan estrellándose ruidosamente contra la orilla…

Esta historia fue soñada en las ruinas de Baelo Claudia (Cádiz)
el día 1º de Agosto del año 2000 d.C.

1 comentario:

M.C.Latorre dijo...

Claudia me ha dejado una sonrisa en los labios. ¡Gracias por compartirla! :-)