¿Que por qué a la metadona la llamo la metadona?
La explicación es muy sencilla. Chicos, una de las cosas que vuestra tía Clara
aprendió en la vida real antes de que algún profesor avispado se lo confirmara
en las aulas de la facultad es que las adicciones y las relaciones de amor
tóxicas siguen patrones sorprendentemente similares. Todas vienen precedidas de
una fase de enamoramiento desenfrenado que nos marca para siempre. Hasta tal
punto que lo que hacemos después, aunque suponga dejarnos el pellejo en el
intento, no es más que tratar de resucitar esos efímeros momentos de euforia
una y otra vez, una y otra vez… Después del enamoramiento, llega el «yo
controlo». El «a nosotros eso nunca nos va a pasar». El «haría lo que fuera por
ti». El «me muero si me deja; me muero de verdad». Después de eso, solo quedan
los escombros, la ruina, la desolación.
En
la primavera de 2007, yo estaba en plena fase de luna de miel con mi metadona.
El problema es que ya había pasado antes por eso, así que sabía lo que vendría
después. Y llegó, claro que llegó. Pero no adelantemos acontecimientos…
En
la primavera de 2007, como os decía, yo estaba en plena fase de luna de miel
con mi metadona particular, mientras mi corazón aún se retorcía de dolor por el
daño que mi felicidad había horadado sin remedio en el chico de la camiseta
azul… Por suerte, en los peores momentos de mi vida siempre he tenido la fortuna
de estar rodeada de los mejores, y en aquella ocasión no iba a ser diferente.
¿Os acordáis de vuestras tías postizas, las zorras? Por supuesto, ellas no
podían faltar.
Una
noche en la que el drama ya había obtenido suficiente protagonismo y, por lo
tanto, las cosas ya solo tenían dos opciones: salirse de madre o salirse de
madre, a vuestra tía Zoe se le ocurrió una idea. Vosotros no las conocéis tanto
como yo, pero creedme cuando os digo que si a una de vuestras tías se le ocurre
alguna idea, la Vía Láctea en pleno debería echarse a temblar. Ese día en
concreto vuestra tía Zoe estaba especialmente iluminada, así que ya podéis ir agarrándoos
al escay rojo: íbamos a hacer una caravana de mujeres online. Sí, sí, habéis oído bien. Una caravana de mujeres online. Pero no una caravana de mujeres
con sus carromatos, sus instancias y sus normas estrictas de cortesía.
Pensándolo bien, de hecho, entre nuestra supuesta caravana de mujeres y un
saqueo vikingo no hubo ninguna diferencia. Sin embargo, a todas nos pareció la
mejor ocurrencia tenida jamás por cerebro humano, así que allá fuimos.
«¿Y cómo
se hace una caravana de mujeres online?»,
diréis vosotros. Pues muy fácil: se acuerda un día y una hora para estar todas
conectadas, algo que no resultaba difícil en aquella época en que las cinco
vivíamos con los ojos inyectados en sangre delante de la pantalla. A
continuación, se busca un foro de participación casi exclusivamente masculina y
se entra en él como un elefante en una cacharrería. La lías parda una madrugada
entera y… te sientas a esperar los resultados de la cosecha.
El foro
elegido en nuestro caso era una de esas cavernas (nada que ver con la de
Platón) donde, a grandes rasgos, se habla de videojuegos y de tías macizas. De
series de televisión y de tías macizas. De informática y, por supuesto, de tías
macizas.
¿Que si
funcionó? ¡Claro que funcionó! No una, ni dos, sino tres parejas salieron de
semejante experimento, y… ¡Eh, Rosi! ¡Vuelve aquí, que ahora empieza lo
interesante!
Ya podéis
imaginaros la que se armó entre lo más granado de los integrantes de aquel foro…
Unos nos querían echar a patadas porque estábamos invadiendo su territorio,
aunque terminaron por asumirlo pasado el shock
inicial; otros fueron incapaces de articular palabra (ni siquiera una vez pasado
el shock inicial). Y, por último, los
que no sufrieron ni shock inicial ni
leches, aprovecharon la coyuntura para empezar a descolgar anzuelos a ver si en
el río revuelto caía algo de provecho.
Y entre
todos esos tíos raros, frikis,
solitarios y alucinados, detrás de un nickname
que no mucho después acabaría por resultarme tan familiar como mi propio nombre,
en medio de todo ese follón, en la primavera de 2007, cuando yo creía estar en
plena segunda luna de miel con la metadona y mi corazón aún dolía por el chico
de la camiseta azul, y cuando tú, Marco, estabas a punto de nacer, apareció
vuestro tío Nino.
3 comentarios:
Esto se está poniendo de lo más interesante ;)
¡Hasta la próxima entrega!
¿Todo esto te ha dado tiempo a vivir a tu corta edad? Miedo me da tu biografía a eso de los sesenta, cuando cualquier tiempo pasado fue mejor. Espero con ansiedad la próxima entrega!! 😉😘
Jajajaja, ¡todo esto y más! A veces me asusto hasta yo... :P
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