Una buena parte de la ciudad de Nueva Orleans se encuentra por debajo del nivel del mar. Una característica tan peculiar sólo podía dar lugar a consecuencias igual de peculiares o más, como la presencia de imponentes bayous que salpican toda la zona sur del estado de Louisiana. Es decir, que en Nueva Orleans no sólo podemos encontrar agua en el caudaloso río Mississippi, en la desembocadura de éste en el cercano Golfo de México o en el enorme lago Pontchartrain, sino que además nos encontramos una ciudad minada de pantanos.
El bayou Segnette, donde Carlota y David contemplan un amanecer inigualable, se encuentra al sur del centro urbano. Es uno de los más conocidos, y también uno de los más grandes dentro del área metropolitana, pero no es el único: también destacan el bayou Saint John, el bayou Sauvage o el bayou Lafourche. En estas marismas, es frecuente la presencia de una fauna exótica difícil de encontrar en otros lugares, tales como caimanes -de ahí que este animal sea la mascota de Nueva Orleans-, pelícanos, tortugas, castores y toda clase de insectos, amén de vodoístas profesionales, esotéricos convencidos y otros seguidores del misticismo y la magia negra, ya que se dice que los mejores de su clase viven escondidos en cabañas en estos mismos pantanos -como la archiconocida Marie Laveau, la reina del bayou Saint John-.
En un escenario así, ¿quién no creería en la presencia y el poder de buenos y malos espíritus? ;).
2 comentarios:
Es el ambiente perfecto. Curiosamente, Nueva Orleans es una de las pocas ciudades estadounidenses que quiero visitar.
Ana, me pasa algo similar... En general, Estados Unidos no es un país que me atraiga especialmente, excepto por ese pequeño rincón al sur, jejeje. Si la mismísima Escarlata fue allí de luna de miel, por algo sería ;)
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