Después, una retorcida culebra que se enredaba entre los cabellos de la Medusa. Creo que ahí empezó realmente lo gordo.
A continuación, me pusieron unos tacones y un poco de sombra de ojos. Ya era la víbora. Me olvidé de todo lo demás.
¿Y ahora? ¿Quién soy ahora? Tengo a mis espaldas a la serpiente, a la culebra y la víbora, pero, en cuanto a identidad, aún no tengo claro cómo definirme. Sólo sé que tengo personalidad de arte y cerebro de ciencia, cara de ángel y cuerpo de demonio, gestos de princesa y lenguaje de marinero.
¿Qué soy yo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario