tag:blogger.com,1999:blog-80040092131623830712024-03-13T17:17:07.192+01:00Érika GaelSUEÑA, CREA, TECLEAUnknownnoreply@blogger.comBlogger344125tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-49043091155761893762021-09-27T14:59:00.003+02:002021-09-27T15:02:24.387+02:00"Los muchachos", dos relatos solidarios<div style="text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0D0xLl5IQpNLZweF4UmycAkQwwg_FjKWiI31DKnlwx5-1HVhtTlgoDSKHYBNQeZxzfA_s5K9m6trjhP3PlNTZKuCvfb9AY48Ap9htDw7nT-W3bMo0y3ivlhn46YnkZkPCb7kspGBr8s8/s2048/LOS+MUCHACHOS+-+cover.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1283" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0D0xLl5IQpNLZweF4UmycAkQwwg_FjKWiI31DKnlwx5-1HVhtTlgoDSKHYBNQeZxzfA_s5K9m6trjhP3PlNTZKuCvfb9AY48Ap9htDw7nT-W3bMo0y3ivlhn46YnkZkPCb7kspGBr8s8/s320/LOS+MUCHACHOS+-+cover.jpg" width="200" /></a></div><br /></div><div style="text-align: center;"><b>***TODOS LOS BENEFICIOS OBTENIDOS POR LA COMPRA DE ESTE EBOOK IRÁN DESTINADOS A INSTITUCIONES DE LA ISLA DE LA PALMA, PARA AYUDAR A LOS AFECTADOS POR LA ERUPCIÓN VOLCÁNICA DE SEPTIEMBRE DE 2021. ***</b></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo último que me planteaba (y que me apetecía) en este momento de mi vida era enfrentarme al estrés que supone un lanzamiento y al escrutinio del público. Tenía "Los muchachos" ya corregidos, maquetados y con su portada lista desde hace meses en un cajón, a la espera de que mi vida se estabilizase un poco y me animara a publicarlos de forma gratuita en Amazon, que era lo que tenía intención de hacer.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero la vida, como la lava, siempre se precipita. Apenas dos semanas después de que mi mundo se viniera abajo, el suelo de Cumbre Vieja reventó, recordándonos a todos que la hermosura de estas islas no ha sido gratis, que ha tenido que pagar precios muy altos a lo largo de la historia, y que en 2021 tocaba pasar por un peaje más.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Otro día os cuento, si queréis, todo lo que significan los volcanes para mí, y por qué me fascinan tanto. Pero ya habrá tiempo para eso; para bien o para mal, tenemos Cumbre Vieja para rato. Ahora, toca centrarse en lo urgente y lo más importante: ayudar a todas esas personas que han visto cómo las coladas sepultaban no solo sus viviendas y sus trabajos, sino sus pueblos, su pasado y su identidad, y que podrían haber sido cualquiera de los dos millones de personas que vivimos en estas islas.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">"Los muchachos" son dos relatos breves. El primero, "La muchacha del Marais", muchos ya lo conocéis, pues salió publicado en una revista hace algunos años. El segundo, "El muchacho del Meridiano", es totalmente inédito. Los dos son muy importantes para mí, cada uno a su modo. Yo no voy a ganar ni un céntimo con ellos: todo irá íntegro para La Palma. Porque en estos momentos no somos ocho islas, somos una sola.</div><div><br /></div><h2 style="text-align: center;"><b><a href="https://amzn.to/2ZC5E3V">ENLACE DE COMPRA</a></b></h2><div><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-2293096339261918502020-10-09T12:08:00.003+02:002020-10-09T12:10:06.075+02:00No hay nada después del final<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghKZx-FGhTWpQIG0NARmF4tJITIg7V4t6LV2UT15j2x9bmjIQgdUg31oTKdd7P-3oOaly_aP8DN9f5T_FMYq6wRHhOq-6a5H6K9kJyKPcYheYrDEL4WDQAxTNsJKTyq6qc3KsSS3xsk4o/s2048/no+hay+nada+despues+cover1.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1359" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghKZx-FGhTWpQIG0NARmF4tJITIg7V4t6LV2UT15j2x9bmjIQgdUg31oTKdd7P-3oOaly_aP8DN9f5T_FMYq6wRHhOq-6a5H6K9kJyKPcYheYrDEL4WDQAxTNsJKTyq6qc3KsSS3xsk4o/s320/no+hay+nada+despues+cover1.jpg" /></a></div><br /><p></p><p><span style="font-family: trebuchet; font-size: large;">Todas las historias tienen un final. </span></p><p><span style="font-family: trebuchet; font-size: large;">Pero si el destino te diera la oportunidad de reencontrarte con quien durante un tiempo formó parte crucial de la tuya, ¿te has planteado lo que le dirías? ¿Qué te gustaría saber? ¿Qué harías con vuestros recuerdos? </span></p><p><span style="font-family: trebuchet; font-size: large;">Una novela sobre el monstruo que todos llevamos dentro, la pérdida de la juventud, el amor y la destrucción. Una obra de teatro entre heridas, fantasmas, perdón y esperanza. Una vida, dos radiografías y la noche polar. </span></p><p><span style="font-family: trebuchet; font-size: large;">Porque incluso cuando crees que ya está todo dicho, siempre queda una última palabra pendiente. Siempre hay algo después del final.</span></p><h2 style="text-align: center;"><b><a href="https://amzn.to/2GTFqAI">A LA VENTA</a></b></h2>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-43602370599372339882020-04-16T13:10:00.001+02:002020-04-16T13:10:07.504+02:00CLAUDIA - Epílogo<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcXTStJ_hxnltSCRnCa_Wqz2fh1f5k9T5KndcScBWs_XNd_ox2jnO0I6Dq32vWlwicXTIU3f-raNJLOkQgUWL5TSez6MXVBmYg_SKqCtiXUPsrN8v67vgawGs4OKY1HeupaynwEp8XgFs/s1600/photo5873080839561130743.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="851" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcXTStJ_hxnltSCRnCa_Wqz2fh1f5k9T5KndcScBWs_XNd_ox2jnO0I6Dq32vWlwicXTIU3f-raNJLOkQgUWL5TSez6MXVBmYg_SKqCtiXUPsrN8v67vgawGs4OKY1HeupaynwEp8XgFs/s320/photo5873080839561130743.jpg" width="212" /></a></div>
<i><b><br /></b></i>
<i><b>Nota</b>: te advierto que en el texto que estás a punto de leer hay errores tanto de estilo como ortotipográficos. Si quieres saber por qué, te recomiendo leer la entrada <a href="https://erikagael.blogspot.com/2020/01/nota-de-la-autora-la-mas-dificil-que-he.html" target="_blank">«Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)»</a>. Si no te apetece, te la resumo: este texto está sin editar. Como una canción sin arreglos o una película que aún no ha pasado por posproducción. Escribí esta historia a los diecisiete años, y aunque podría corregirla ahora, he preferido no hacerlo para conservar su esencia. Si fueses pintor, ¿retocarías aquel dibujo que hiciste con cinco años, y que tu madre colgó en la puerta de la nevera? Probablemente no, porque ese dibujo es lo que te ha llevado hasta donde estás ahora. Fue el inicio de tu carrera, y es un recuerdo que quieres conservar. Lo mismo me ocurre a mí con Claudia, a pesar del pudor tan ENORME que me produce enseñártela así como está, en bruto.</i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Y ahora sí, por fin, aquí está el capítulo de esta semana, el último. Muchas gracias por acompañarnos a Claudia y a mí en este viaje. ¡Espero que te haya gustado! ;-)</i></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">EPÍLOGO</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="MsoNormal">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En Baelo
Claudia ya ninguna casa permanece en pie. La <i>domus</i> donde vivía Claudia dejó
de existir hace tiempo, y ni un solo mosaico, ni un solo resto de pared
demuestran que llegara a existir alguna vez. El <i>cardo</i> donde un buen día
una mujer buscaba con desesperación un pollo es ahora una vía vacía, y el foro
no es sino una explanada de piedra en la que todavía se alzan majestuosas algunas
columnas pertenecientes a la antigua basílica. Del templo de Isis no queda más
que la escalinata que antaño desembocaba en el pórtico principal, al igual que ocurre
con los demás templos de la ciudad.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
La muralla,
símbolo de fortaleza, ha desaparecido casi en su totalidad, mientras que el
cementerio que se encontraba ante la puerta norte ni siquiera parece tal. De
las termas, testigos del amor de Lucio y Claudia, pueden observarse hasta las
entrañas, ya que lo único que se conserva son los pequeños pilares del <i>hypocausto</i>,
en tanto que el moho se aglomera en los pozos de las factorías de salazón. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Y en cuanto al
teatro… El teatro, amortajado, se sostiene a duras penas gracias a la ayuda de
puntales; las gradas, semiderruidas, observan impasibles cómo el abandono va,
poco a poco, llenando de vegetación el escenario. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
El polvo lo
cubre todo. Baelo es una ciudad muerta. Y, sin embargo, el cielo permanece
azul, y el sol sigue brillando en lo alto los días de calor, y las olas del
océano (SU OCÉANO) continúan estrellándose ruidosamente contra la orilla…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>Esta
historia fue soñada en las ruinas de Baelo Claudia (Cádiz) <o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>el
día 1º de Agosto del año 2000 d.C. <o:p></o:p></i></div>
<br /></div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-46681671693181555222020-04-09T09:00:00.000+02:002020-04-16T09:52:15.581+02:00CLAUDIA - Capítulo X<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAMtRUW6MjUS_hXNTB9XM2av_icCuNwwij7usT5WIjB_eEc5n_R_l13r4di90lJp4Fq-8SLIDCJMx9QfBPoOgmjlO4mLY59SiAy3OLSHyX-Rt2kUMHM2dahhnMfNbdTYDYhcT0FzCyLfE/s1600/macellum_baeloclaudia01.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="275" data-original-width="640" height="171" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAMtRUW6MjUS_hXNTB9XM2av_icCuNwwij7usT5WIjB_eEc5n_R_l13r4di90lJp4Fq-8SLIDCJMx9QfBPoOgmjlO4mLY59SiAy3OLSHyX-Rt2kUMHM2dahhnMfNbdTYDYhcT0FzCyLfE/s400/macellum_baeloclaudia01.jpg" width="400" /></a></div>
<i><b><br /></b></i>
<i><b>Nota</b>: te advierto que en el texto que estás a punto de leer hay errores tanto de estilo como ortotipográficos. Si quieres saber por qué, te recomiendo leer la entrada <a href="https://erikagael.blogspot.com/2020/01/nota-de-la-autora-la-mas-dificil-que-he.html" target="_blank">«Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)»</a>. Si no te apetece, te la resumo: este texto está sin editar. Como una canción sin arreglos o una película que aún no ha pasado por posproducción. Escribí esta historia a los diecisiete años, y aunque podría corregirla ahora, he preferido no hacerlo para conservar su esencia. Si fueses pintor, ¿retocarías aquel dibujo que hiciste con cinco años, y que tu madre colgó en la puerta de la nevera? Probablemente no, porque ese dibujo es lo que te ha llevado hasta donde estás ahora. Fue el inicio de tu carrera, y es un recuerdo que quieres conservar. Lo mismo me ocurre a mí con Claudia, a pesar del pudor tan ENORME que me produce enseñártela así como está, en bruto.</i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b>Otra nota</b>: la imagen que acompaña a esta entrada no es mía (ya me gustaría a mí tener semejante talento). Pertenece a Eduardo Barragán. Si no lo conoces, tiene un <a href="http://italicaromana.blogspot.com/" target="_blank">blog superinteresante</a>, que te recomiendo visitar, en el que recrea con todo lujo de detalles la huella romana en el sur de la península ibérica, incluyendo Baelo Claudia. </i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Y ahora sí, por fin, aquí está el capítulo de esta semana. Recuerda que cada jueves podrás leer una nueva entrega en este blog. ¡Espero que te guste! ;-)</i></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
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<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">CAPÍTULO X</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="MsoNormal">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La caída del telón indicó, poco
después, que la función iba a comenzar. Se hizo el silencio más absoluto en las
gradas y, en las últimas filas, los vendedores decidieron retirarse
discretamente con sus productos sobre las bandejas. En el cielo, las nubes se
habían teñido de un color púrpura que señalaba la proximidad de la noche. En
pocos minutos, todo quedaría cubierto de una densa capa de oscuridad.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tras
el <i>frons scaenae</i>, Fulvio, el hombre imperturbable, daba las últimas
órdenes a los miembros de su compañía. Ciertamente había realizado una gran
obra con aquel montaje. Todo, hasta el más mínimo detalle, había sido cuidado
al máximo bajo su supervisión. El vestuario, el maquillaje, las máscaras, los
escasos útiles que debían añadirse al decorado, la dicción… Durante días había
permanecido encerrado en su taller, preocupándose de que todo estuviera listo a
tiempo y ahora que por fin había llegado el gran momento, el cansancio no le
permitía disfrutar todo lo que hubiese querido de la puesta en escena. Aunque,
por otro lado, esto también tenía su lado bueno, ya que así se ahorraba unos
cuantos nervios. Veía a su alrededor a todas aquellas personas que le habían
ayudado a salir adelante, los actores incondicionales que no se habían
acobardado ante el cambio de fecha del estreno, los amigos amantes del arte y
la cultura, como él, que siempre se hallaban dispuestos a ofrecerle su ayuda y
que, en aquella ocasión, por supuesto, tampoco habían querido faltar; los
esclavos sumisos (entre ellos Drusila) que le acompañaban en cada nueva
aventura que emprendía… Y hablando de Drusila, podía verla ahora conversando
con Claudia, justo detrás de una de las columnas del <i>frons scaenae</i>. Claudia…
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Había sido un
auténtico golpe de suerte contar con aquella niña, y una delicia trabajar a su
lado, verla progresar día a día, pulirla poco a poco, así como poder observar
su permanente alegría, su compañerismo, puntualidad y pulcritud en el trabajo.
Finalmente, había llegado la hora de enseñarla al público, de mostrarle al
mundo lo que era capaz de hacer cuando se subía a un escenario, aunque nadie
llegase a saber nunca que el actor elegido por Fulvio para interpretar a Fedra
en las fiestas de Carmenta era en realidad una mujer, y no una mujer
cualquiera, sino nada más y nada menos que la hija del general Claudio. Le
extrañó la espesa capaz de maquillaje que cubría su cara, dado que saldría a
escena con máscara, pero el agotamiento mental que sentía no le dejó pararse a
pensar en cuál era el fin.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Claudia, apoyada
sobre la misma columna y con el corazón palpitándole a una velocidad poco
usual, contaba los segundos que faltaban para que el coro se posicionase en el
escenario. Hacía un momento que Drusila se había aproximado a ella para darle
ánimos y desearle buena suerte. ¡Pobre amiga! No sabía nada de lo que iba a
ocurrir y seguramente se enfadaría mucho al enterarse de su marcha, pero ya no
importaría nada porque no volvería a hablar con ella nunca más. ¡Cuánto la iba
a echar de menos! Aunque en los últimos tiempos la había aislado un poco de su
vida debido a sus múltiples ocupaciones (y secretos que le era obligado
guardar), ya comenzaba a echar de menos sus encuentros matinales y sus charlas
sobre las aspiraciones que ambas tenían en la vida. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Pero bueno,
había que seguir adelante, y ése no era el mejor momento para ponerse a
reflexionar. Los integrantes del coro ya se encontraban en sus puestos, el
público en silencio, sus compañeros preparados y… (respira…, respira…) ¡YA! Se
colocó la máscara y se empujó a sí misma hacia el escenario, y todos los
sentimientos que la habían invadido instantes antes se agolparon en su pecho cuando
vio que sus pies tocaban ya la madera del suelo. Levantó la vista y no vio
nada. ¡Sabía que estaban allí, que la miraban, que las gradas se hallaban a
rebosar, pero ella no los veía! Eso la ayudó a continuar hacia delante y…
(respira…, respira…)<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
“Fedra: ¿Qué es eso que los hombres llaman amor?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Nodriza: Algo agradable y doloroso al mismo tiempo…”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
***<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
¿Qué era?
¿Había algo en el aire? ¿Sería el repentino cambio en las temperaturas? Por
alguna extraña razón que nadie acertaba a comprender, cada vez que aquel chico
abría la boca para pronunciar una palabra, el público enmudecía más aún. ¿Quién
era el chiquillo y de dónde lo había sacado Fulvio? ¡Bah! Seguramente era eso:
el clima, que hacía ver las cosas distintas a como eran en realidad. Pero
entonces, ¿por qué sólo ocurría cuando hablaba el chico, cuando hablaba Fedra?
¿Por qué conseguía que, sin decir nada del todo importante, a todos se les
pusiese la piel de gallina? ¿Por qué?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Se sentían
transportados en el ambiente, como si una fuerza tirara incesante de ellos y los
transportara a un lugar desconocido, a un palacio… Sí, eso es. A un palacio
donde estaban teniendo lugar las mayores atrocidades. Un palacio en una isla de
Creta. ¡Por Apolo! ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Qué era aquello? ¡Qué sensaciones!
La gente se mordía las uñas, apretaba los puños e, incluso, llegaba a cerrar
los ojos en determinados momentos. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
***<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
“Corifeo: ¿Vas a cometer algún mal irremediable?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Fedra: Morir; ya pensaré de qué modo.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En ese
momento, alguien entre el público gritó:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-¡No! ¡No lo
hagas!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Claudia, desde
el escenario, se giró levemente y pudo ver a algunos de los ocupantes de la
primera fila con sus ojos aterrados clavados en ella. ¡Lo estaba haciendo!
¡Vaya! Aquello estaba resultando aún mejor de lo que habría podido esperar. No
quería salirse del personaje pero, por dentro, a duras penas podía reprimir la
risa. En algún lugar de las gradas, Lucio sonreía con ella. Ya había dispuesto
todo lo necesario para la partida. Esa noche, Claudia saldría del teatro con él
y huirían para no regresar jamás. Continuó:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
“Corifeo: ¡No digas eso!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Fedra: Y tú, aconséjame bien. Daré satisfacción a
Cipris, que me consume, abandonando hoy la vida:…”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Claudia creyó
que ya había llegado el momento adecuado, así que, poco a poco, fue alejando de
su rostro la máscara que lo ocultaba. Pudo notar cómo, en la primera fila, un
par de personas ahogaban un grito, mientras que otros comenzaban a cuchichear. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-¡Pero si es…!
¡Es…!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Sin embargo,
la historia estaba TAN emocionante que… bueno… los cotilleos podían esperar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
“…un cruel
amor me derrotará. Pero mi muerte causará mal a otro, para que aprenda a no
enorgullecerse con mi desgracia. Compartiendo la enfermedad que me aqueja,
aprenderá a ser comedido.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Fulvio todavía
no se creía que hubiese sido capaz de llegar a tanto. Sus compañeros la miraban
con estupefacción. Cuando finalizó la escena, el silencio reinaba de forma
espectral. Ella aún miraba fijamente al público, a pesar de que no podía verlo.
Sostenía la mirada a la altura de su cabeza, agitada y convulsa, con la
venganza incrustada en los ojos. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Cuando
finalizó la escena, Claudia salió por la puerta de la derecha. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
***<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Moría. Era
consciente de ello mientras moría. Sentía la soga deslizarse alrededor de su
cuello. Sabía que no moriría, que aún le quedaba mucho por vivir, pero en esos
momentos sentía cómo moría.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
La escena de
la muerte de Fedra no tenía lugar de cara al público, pero, aun así, Claudia
sentía que moría. Sentía una mano fría rozándole la luna, el maquillaje
deshaciéndose en su cara a causa del sudor que corría desde su frente.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
“Nodriza: ¡Ay,
ay! ¡Acudid en ayuda todos los que estáis cerca de palacio! Se ha ahorcado
nuestra señora, la esposa de Teseo.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-¡Oh, no!
¡Finalmente lo ha hecho!- se podía oír entre el público, donde varias personas
ya se habían echado a llorar. Otras gritaban, en tanto que las más “valientes”
sacudían la cabeza con resignación.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
“Corifeo: ¡Ay,
ay, todo ha termi<span style="text-indent: 35.4pt;">nado! La reina ya no existe, unida está a un lazo suspendido.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Nodriza: ¿No
os apresuráis? ¿Nadie va a traer una espada de doble filo, con la cual podremos
cortar el nudo de su cuello?”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
***<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Varios súbditos
condujeron el cadáver de Fedra, tumbado sobre una camilla, hasta el escenario.
Allí la esperaban Teseo, su marido, e Hipólito, su hijastro, su gran amor. Fue
depositada sobre una mesa alargada y sencilla que había dispuesta en segundo
término. El gran Teseo comenzó a recitar:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
“… Ella está
muerta. ¿Crees que eso te va a salvar?...”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Celio miraba
fijamente a Julio, que le devolvía la mirada impasible. A sólo unos pocos
metros de allí, las mujeres lloraban cual plañideras, los niños se tapaban los
ojos, los padres de Claudia se sentían desmayar y Lucio sonreía orgulloso. Sea
cual fuera el resultado, a todos les embargaban a la vez mil y una sensaciones
distintas y especiales. Y mientras tanto, el cadáver de Fedra permanecía
inmóvil, como es natural, sobre la camilla.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
***<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Por Venus, que
todo aquello estaba sucediendo sin que nadie lo pudiese evitar. Era un poder
sobrenatural, una fuerza superior que los manejaba a su antojo sin poderla
detener. Sabían que era falso, que era puro teatro, pero no podían dejar de
sentirlo como si fuera real. Nunca había tenido lugar en la ciudad un
espectáculo semejante y, casi con seguridad, nunca volvería a repetirse. El día
de hoy pasaría, con toda probabilidad, a los archivos y anales de la historia
de Baelo. El día en que la hija del general Claudio transformó a todos los
asistentes al teatro con su sola presencia en el escenario. Y la función no
había acabado.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Dos amigos de
Hipólito condujeron su maltrecho cuerpo, herido de gravedad, hasta donde se
encontraba su padre.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
“Teseo: ¡Ay de mí, corazón piadoso y bueno!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Hipólito: ¡Adiós, adiós una vez más, padre mío!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Teseo: ¡No me abandones, hijo, haz un esfuerzo!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Hipólito: Mis
esfuerzos han terminado: estoy muerto, padre. Cúbreme el rostro lo más rápido
que puedas con un manto.”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Cuando
Hipólito expiró, la función se dio por finalizada y los telones subieron. Tras
unos instantes de desconcierto general, en los que todos los presentes
permanecieron mudos, los aplausos arreciaron. Los actores, sin embargo, se
mantuvieron unos momentos más congelados en la posición final mientras el ruido
que se producía al entrechocar las palmas penetraba en sus oídos deleitándolos.
Los aplausos se hicieron cada vez más fuertes y comenzaron a escucharse también
silbidos de aprobación y vítores. Si, en ese preciso instante, alguien se
hubiera aproximado al escenario, se habría percatado de que el cadáver de Fedra
sonreía. Porque lo había conseguido.</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-42583070273412939262020-04-02T09:00:00.000+02:002020-04-02T09:07:10.428+02:00CLAUDIA - Capítulo IX<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLGIKve6O1n92gK8aUcSn2JQnb9uOMLrW4zIseiTkcWUETdSr7QObwc_voPJ4pBaKjpDlejg9iRFimbPn_wQMYFRAfmKf9Q9N6JToRvMhosMGfDkbejAIk5ByhfWZMEdgdXuGXq7ykRy0/s1600/teatro_baeloclaudia02.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="172" data-original-width="400" height="171" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLGIKve6O1n92gK8aUcSn2JQnb9uOMLrW4zIseiTkcWUETdSr7QObwc_voPJ4pBaKjpDlejg9iRFimbPn_wQMYFRAfmKf9Q9N6JToRvMhosMGfDkbejAIk5ByhfWZMEdgdXuGXq7ykRy0/s400/teatro_baeloclaudia02.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
<i><b>Nota</b>: te advierto que en el texto que estás a punto de leer hay errores tanto de estilo como ortotipográficos. Si quieres saber por qué, te recomiendo leer la entrada <a href="https://erikagael.blogspot.com/2020/01/nota-de-la-autora-la-mas-dificil-que-he.html" target="_blank">«Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)»</a>. Si no te apetece, te la resumo: este texto está sin editar. Como una canción sin arreglos o una película que aún no ha pasado por posproducción. Escribí esta historia a los diecisiete años, y aunque podría corregirla ahora, he preferido no hacerlo para conservar su esencia. Si fueses pintor, ¿retocarías aquel dibujo que hiciste con cinco años, y que tu madre colgó en la puerta de la nevera? Probablemente no, porque ese dibujo es lo que te ha llevado hasta donde estás ahora. Fue el inicio de tu carrera, y es un recuerdo que quieres conservar. Lo mismo me ocurre a mí con Claudia, a pesar del pudor tan ENORME que me produce enseñártela así como está, en bruto.</i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b>Otra nota</b>: la imagen que acompaña a esta entrada no es mía (ya me gustaría a mí tener semejante talento). Pertenece a Eduardo Barragán. Si no lo conoces, tiene un <a href="http://italicaromana.blogspot.com/" target="_blank">blog superinteresante</a>, que te recomiendo visitar, en el que recrea con todo lujo de detalles la huella romana en el sur de la península ibérica, incluyendo Baelo Claudia. </i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Y ahora sí, por fin, aquí está el capítulo de esta semana. Recuerda que cada jueves podrás leer una nueva entrega en este blog. ¡Espero que te guste! ;-)</i></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">CAPÍTULO IX</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="MsoNormal">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tres días antes de los idus de
enero, Claudia empaquetaba algunas de sus cosas en la soledad de su habitación
y lo hacía, a pesar de todo, con desgana. No en vano Baelo había sido su hogar
(e incluso más que eso) durante dieciséis años. Durante dieciséis años, Baelo
había sido toda su VIDA. Con nostalgia, pensaba en que jamás volvería a ver
aquellos edificios tan conocidos por ella, a aquellas gentes, aquel pedacito de
océano incrustado en la ensenada. Ignoraba adónde tendría pensado conducirla
Lucio, pero, en cambio, sí que tenía muy claro que, allá donde fueran, en
ningún lugar encontrarían un mar tan bonito como aquel.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Le
parecía imposible que, en apenas unas horas, se vería obligada a dejar Baelo
para siempre, algo que nunca creyó que fuera a ocurrir. En esos momentos,
acudían a su mente recuerdos de su infancia (que, por otra parte, tampoco
estaba tan lejos). Recordaba, al mirar la noche, cómo Níobe le había relatado,
durante tantos años, la historia de la <i>strix</i>, el ave nocturna que se
dedicaba (como si no tuviera más que hacer…) a chupar la sangre de los niños
que se portaban mal. Pensaba en Tulio, en cuánto lo quería… (y en cuánto le
costaba ahora no echarse a llorar…). Le gustaría contarle la historia de la <i>strix</i>,
pero ya no era posible. Ésa iba a ser la última noche que pasaría en su casa.
Ya no volvería nunca más…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Se
veía a sí misma dentro de varios años, en algún lugar desconocido, recordando
estos momentos que ahora se le hacían tan difíciles. Le gustaría saber qué tal
le había ido la vida a Tulio, a Baelo y, aun a pesar de todo, a sus padres.
Sentía tantas cosas en esos momentos… No podía evitar pensar que aquello era
una equivocación, que todavía estaba a tiempo de… NO. De nada. ¡Pero era SU
HERMANO! ¡Y SU CIUDAD! ¡SU CASA! ¡SUS PADRES! ¡SU OCÉANO! ¡SU VIDA! Tenía
derecho a sentirse así. Se creía un enfermo agonizante que, a las puertas de la
muerte y sabiéndose con los minutos contados, se daba cuenta del tiempo
perdido, reprochándose a sí mismo todo aquello que nunca llegó a hacer…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
ese instante, Níobe entró en la habitación. No dijo nada. Claudia tampoco. A
pesar de que no le había revelado su secreto, la buena mujer se imaginaba algo.
Las pertenencias de Claudia amontonadas sobre el suelo no hicieron sino
confirmar sus sospechas. Por una parte lo entendía, ¡claro que sí!, si no
entendía ella a su niña, ¿quién lo iba a hacer? Pero aquello no implicaba que
le gustase, que no le doliese. Sabía lo que estaba tramando, lo que aquello
representaba, pero prefería no pensar en ello porque sabía que, si por un solo
instante era débil y se detenía a reflexionar, no le permitiría marcharse. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Claudia
sabía que Níobe se encontraba allí, detrás de ella, porque había oído el ruido
de la puerta. No había sido capaz siquiera de darse la vuelta. Cuando reunió
las fuerzas suficientes para ello, se giró lentamente apretando los puños a la
altura de las caderas. Cuando por fin la tuvo ante sí, rompió a llorar y corrió
hacia ella abrazándola, como si en el cuerpo de aquella mujer estuvieran
condensados los espíritus de todas las personas que le importaban y a las que
ya no volvería a ver nunca más…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b>***<o:p></o:p></b></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Al día siguiente, una multitud de individuos se
agolpaban formando una fila a la entrada del teatro. Faltaban aún unas cuantas
horas para que diese comienzo la función, pero era tal la expectación que aquel
estreno había provocado entre los habitantes de Baelo que, a pesar del frío de
enero y de la fatiga por la espera, seguía llegando gente hasta las puertas del
teatro cargada de provisiones tales como cojines y fruta, en previsión del
largo rato que deberían permanecer sentados en los fríos e incómodos asientos
de las gradas. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Como en cada
ocasión, el teatro servía, más que para transmitir cultura o disfrutar del
espectáculo, para reencuentros, cotilleos y rencillas entre sus asistentes. Los
padres de Claudia, máximos representantes de la prosperidad de la ciudad, no
podían ser menos. Claudio y Antonia, haciéndose esperar, demoraron su llegada
al teatro y convirtieron ésta en un auténtico derroche de buenos modos y
elegancia. Ataviados con algunas de sus mejores galas, aparecieron por allí
como si fueran la “decencia” personificada. Eso sí, había un rastro de
preocupación, o mejor dicho, de intriga en sus ojos. Con disimulo, echaban
rápidas ojeadas a la multitud esperando encontrar entre ella a su hija,
desaparecida desde aquella mañana. Suponían que estaría allí, porque hubiese
sido el colmo que, precisamente ella, hubiera faltado a un acontecimiento tan
importante, pero no entendían por qué no había acudido con ellos, como le
correspondía. Seguramente estaría mezclándose con la plebe, pensó su madre.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En la undécima
hora <i>post meridiem</i> se abrieron las puertas. Una avalancha de aficionados
se abalanzó al interior, corriendo a ocupar sus puestos en las gradas, mientras
que los más rezagados se hacían los remolones en el exterior, producido, sin
duda, por la seguridad que ofrece el tener un asiento asignado permanentemente.
De ese modo, los últimos en entrar eran siempre los ricos. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Durante casi
una hora se sucedieron en el edificio las conversaciones entre amigos, las
charlas de política, las risas los nervios y la venta de alimentos entre el
público.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Detrás del
escenario, una histérica Claudia daba los últimos retoques a su atuendo. Aunque
por fuera aparentaba serenidad al lado de sus escandalosos compañeros, el
nerviosismo que la atacaba interiormente era difícil de soportar. De hecho, si
aquello no pasaba pronto, no creía que fuese capaz de aguantar mucho tiempo
más. Se preguntaba si ya habrían llegado sus padres, si estaría todo preparado,
si saldría bien… Sabía que se estaba arriesgando demasiado, pero ya no tenía
nada que perder. <o:p></o:p></div>
<br /></div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-30727211545172288782020-03-26T13:31:00.000+01:002020-03-26T13:31:42.736+01:00CLAUDIA - Capítulo VIII<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBiip5AgvHQ4I-vPIvRjH4WTEJCR8GV2iLrrn5fxSHs8LakiXf-hvPF4s88mPHID6mYle-kzw7YOYj3x9KIQUhV_V5jXr2ew6cA3S0bITWvIH_qsVYi3XQwSYtPxdtJfuQCrrhuUWMmD8/s1600/templos_capitolinos02.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="271" data-original-width="630" height="171" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBiip5AgvHQ4I-vPIvRjH4WTEJCR8GV2iLrrn5fxSHs8LakiXf-hvPF4s88mPHID6mYle-kzw7YOYj3x9KIQUhV_V5jXr2ew6cA3S0bITWvIH_qsVYi3XQwSYtPxdtJfuQCrrhuUWMmD8/s400/templos_capitolinos02.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
<i><b>Nota</b>: te advierto que en el texto que estás a punto de leer hay errores tanto de estilo como ortotipográficos. Si quieres saber por qué, te recomiendo leer la entrada <a href="https://erikagael.blogspot.com/2020/01/nota-de-la-autora-la-mas-dificil-que-he.html" target="_blank">«Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)»</a>. Si no te apetece, te la resumo: este texto está sin editar. Como una canción sin arreglos o una película que aún no ha pasado por posproducción. Escribí esta historia a los diecisiete años, y aunque podría corregirla ahora, he preferido no hacerlo para conservar su esencia. Si fueses pintor, ¿retocarías aquel dibujo que hiciste con cinco años, y que tu madre colgó en la puerta de la nevera? Probablemente no, porque ese dibujo es lo que te ha llevado hasta donde estás ahora. Fue el inicio de tu carrera, y es un recuerdo que quieres conservar. Lo mismo me ocurre a mí con Claudia, a pesar del pudor tan ENORME que me produce enseñártela así como está, en bruto.</i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b>Otra nota</b>: la imagen que acompaña a esta entrada no es mía (ya me gustaría a mí tener semejante talento). Pertenece a Eduardo Barragán. Si no lo conoces, tiene un <a href="http://italicaromana.blogspot.com/" target="_blank">blog superinteresante</a>, que te recomiendo visitar, en el que recrea con todo lujo de detalles la huella romana en el sur de la península ibérica, incluyendo Baelo Claudia. </i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Y ahora sí, por fin, aquí está el capítulo de esta semana. Recuerda que cada jueves podrás leer una nueva entrega en este blog. ¡Espero que te guste! ;-)</i></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">CAPÍTULO VIII</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="MsoNormal">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Lo encontró sentado bajo uno de
los arcos de entrada a la ciudad, arreglándose una sandalia. Estaba totalmente
ensimismado en la tarea, vestido con su uniforme militar. La escasa túnica de
color rojo bajo la armadura pronunciaba la anchura de su tórax. Cuando la vio,
su rostro, o más bien su mirada, se transformó en preocupación. Miró a un lado
y a otro apresuradamente y, tras comprobar que no corrían peligro de ser
vistos, se fueron acercando el uno al otro. Coincidieron, como es lógico, en un
punto intermedio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los
dos estaban serios. Muy serios, A su alrededor, plebeyos y esclavos se
desenvolvían en sus quehaceres con absoluta normalidad, sin prestar atención a
la pareja. Al fin y al cabo, en aquella ciudad tan caótica todo el mundo tenía
algo que hacer y no podían perder el tiempo en menudencias que no importaban
nada. Todo quedaba en un segundo plano (por más que la madre de Claudia se
empeñase en decir lo contrario).<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¿Se
lo has dicho a alguien?- comenzó él.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¡No!
¿Por quién me tomas?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Lo
siento, pero es que estoy muy nervioso. Tienes que perdonarme. No todos los
días se prepara uno para una fuga. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¡Ssssshhhhh!
¿No puedes hablar un poco más bajo?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Sí,
claro. ¿Por qué?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¡Lucio!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Disculpa.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Estoy
muerta de miedo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Yo
también, mi Melpómene. Yo también.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¿Qué
vamos a hacer?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Por
lo pronto, esperar al día señalado. Procura tener todas tus cosas listas desde
antes, nos conviene actuar con rapidez. Después… ya se verá.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¡Baco,
¿qué va a ser de nosotros?!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¿Te
arrepientes?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¡No!
Eso nunca.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Pues
entonces reza para que todo salga bien.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Descuida;
lo haré.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Pronto
tendrás noticias mías. Según vea las cosas, te iré informando de los pasos que
deberemos dar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Está
bien.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Y,
sobre todo, permanece tranquila. Que nadie note nada extraño en tu comportamiento,
¿de acuerdo?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¡Ja!
Soy actor, ¿recuerdas?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Je,
je, je. Supongo que a veces aún se me olvida.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Todo
se va a desmoronar. Lo sabes, ¿no?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Desgraciadamente,
sí.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Mi
vida en el teatro… tu futuro en el ejército… todo se va a acabar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-No
pienses en eso ahora.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Todo
se va a acabar…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Se
terminaría de todos modos. No creo que a tu marido le hiciese mucha gracia
verte sobre un escenario.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-No
lo menciones, por favor.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Lo
siento.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Más
lo siento yo. Yo no puedo hacerte esto, Lucio…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¿El
qué?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Permitir
que abandones tu carrera de este modo. ¡Mírate! Pero si hasta para organizar
nuestra huida…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¡Ssssshhhhh!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Perdón.
Si hasta para… esto utilizas todas tus estrategias. Seguramente, en un par de
años, ¡quién sabe adónde habrías podido llegar! Yo no tengo ningún derecho a
pedirte que hagas ese sacrificio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-No
es ningún sacrificio, Claudia. El sacrificio sería permitir que te desposaras
con semejante…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-…
entonces sí que se acabaría mi vida para siempre. Lo que me duele es pensar que
tu gran actuación también va a ser la última.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¡Eh!
No te pongas así. Al fin y al cabo, vamos a estar juntos, ¿no?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Claro.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Así
me gusta, que sonrías.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Todo
va a salir bien, ¿verdad?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Sí.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Sí.
Todo va a salir bien. Estoy segura.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Hasta
mañana, entonces.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-Hasta
mañana, Melpómene.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¡¿Cuándo
dejarás de llamarme así?!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¡Ja,
ja, ja!<o:p></o:p></div>
<br /></div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-60575985382926068872020-03-19T09:24:00.002+01:002020-03-19T09:24:46.697+01:00CLAUDIA - Capítulo VII<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicBQihbZqLA4Tsbo2sKrJrHj3JSlLd4QR_S1LdSYZAiw12PRAu1Yyl1hyphenhyphenf3Kw27nbA8sHvN1AAV7_hLw2BgEZQ_WikrOOOEhtZqULMZJNS0WF6kx_kd0tkUkPTNnCaOQfOqPECiBjMur8/s1600/factorias02.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="172" data-original-width="400" height="171" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicBQihbZqLA4Tsbo2sKrJrHj3JSlLd4QR_S1LdSYZAiw12PRAu1Yyl1hyphenhyphenf3Kw27nbA8sHvN1AAV7_hLw2BgEZQ_WikrOOOEhtZqULMZJNS0WF6kx_kd0tkUkPTNnCaOQfOqPECiBjMur8/s400/factorias02.jpg" width="400" /></a></div>
<i><b><br /></b></i>
<i><b>Nota</b>: te advierto que en el texto que estás a punto de leer hay errores tanto de estilo como ortotipográficos. Si quieres saber por qué, te recomiendo leer la entrada <a href="https://erikagael.blogspot.com/2020/01/nota-de-la-autora-la-mas-dificil-que-he.html" target="_blank">«Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)»</a>. Si no te apetece, te la resumo: este texto está sin editar. Como una canción sin arreglos o una película que aún no ha pasado por posproducción. Escribí esta historia a los diecisiete años, y aunque podría corregirla ahora, he preferido no hacerlo para conservar su esencia. Si fueses pintor, ¿retocarías aquel dibujo que hiciste con cinco años, y que tu madre colgó en la puerta de la nevera? Probablemente no, porque ese dibujo es lo que te ha llevado hasta donde estás ahora. Fue el inicio de tu carrera, y es un recuerdo que quieres conservar. Lo mismo me ocurre a mí con Claudia, a pesar del pudor tan ENORME que me produce enseñártela así como está, en bruto.</i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b>Otra nota</b>: la imagen que acompaña a esta entrada no es mía (ya me gustaría a mí tener semejante talento). Pertenece a Eduardo Barragán. Si no lo conoces, tiene un <a href="http://italicaromana.blogspot.com/" target="_blank">blog superinteresante</a>, que te recomiendo visitar, en el que recrea con todo lujo de detalles la huella romana en el sur de la península ibérica, incluyendo Baelo Claudia. </i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Y ahora sí, por fin, aquí está el capítulo de esta semana. Recuerda que cada jueves podrás leer una nueva entrega en este blog. ¡Espero que te guste! ;-)</i></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">CAPÍTULO VII</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="MsoNormal">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Transcurrieron los días en Baelo. Unos más lentos, otros a mayor velocidad… Poco a poco, el frío del invierno y la humedad del mar fueron instalándose en los más oscuros rincones de la ciudad. Entonces, como cada año, sus habitantes comenzaban a añorar aquellos vientos del sur procedentes de la Mauretania de los que tanto se quejaban durante el verano. ¡Qué contradictorios resultaban los seres humanos! Nunca se encontraban a gusto con nada, deseando siempre para sí justamente aquello que no podían conseguir. Aquel viento de la Mauretania venía a ser sólo una muestra de esas contradicciones, dejando cada verano recuerdos indelebles que ahora, en la plenitud del frío, volvían a resurgir, no se sabe si a modo de consuelo o más bien al contrario, como algo maravilloso e inalcanzable.<br />
<br />
El brillo poderoso del sol, la calma del océano, la pulcritud del cielo y la costa y, sobre todo, el recuerdo de la sal adherida a la piel, una piel, a pesar del bronceado, reseca y tirante, desprendiendo calor y sufriendo la picazón del sol. En aquellas ocasiones, parecía como si el ruido de Baelo, la algarabía, los gritos, desaparecieran o, mejor dicho, menguaran, diluyéndose en las aguas cristalinas del Atlántico. Cerrando los ojos, uno podía sentir las conversaciones que flotaban a su alrededor como si en realidad estuvieran a muchos metros de distancia. Cerrando los ojos, se unían en un solo sonido las palabras de aquellos seres tan contradictorios, el rumor de aquellas aguas tan cristalinas y el graznido de las gaviotas que, con sus alas extendidas, rasgaban el sol.<br />
<br />
Pero ahora no era verano, ni la sal se quedaba pegada a la piel, ni las gaviotas cortaban NADA. Porque era invierno y hacía frío, mucho frío. El tiempo pasaba y, de puntillas, habían llegado las Saturnales a todo el imperio. Todo se había sucedido sin ninguna novedad con respecto a otros años, casi de una forma rutinaria dentro de la alegría y el desorden típicos de esas fiestas. Ya los banquetes se habían celebrado, ya los esclavos habían usurpado el puesto de sus amos, ya los regalos se habían intercambiado. Las fiestas ya habían pasado, habían quedado atrás hasta el próximo ciclo. Jano, llamando a las puertas que él mismo protegía, se había traído consigo a Enero, y con él habían decidido venir también las lluvias, el frío y las ventiscas. Demonios, ellos no tenían la culpa de que Baelo estuviese enclavada en uno de los puntos más conflictivos climatológicamente de toda Europa, ¿por qué padecer entonces aquellas constantes ventoleras? Ya fuese invierno o verano, había algo allí que no cesaba: el viento. Cualquier día, tanto los edificios como sus ocupantes iban a salir volando, y ese día a nadie pillaría por sorpresa.<br />
<br />
Desde que Enero había entrado, Claudia había intensificado sus horas de ensayo en casa de Fulvio, mientras que sus padres se esmeraban en los preparativos de su inminente matrimonio. Prácticamente no se hablaba de otra cosa en toda la ciudad. Las especulaciones en torno a su dote podían oírse por doquier.<br />
<br />
Antonia, encantada con la próxima marcha de su hija, se afanaba en conseguirle el ajuar adecuado, así como las criadas más eficaces en el mercado. Cualquiera diría que aquella mujer que se pavoneaba ante las vecinas y ocupaba todo su tiempo en arreglar los asuntos referentes a la boda de su hija, era la misma que hasta hacía poco vivía encerrada en su casa quejándose continuamente de dolor de cabeza. De repente, todas sus jaquecas se habían esfumado. Había hecho venir a los mejores comerciantes de telas a su propia casa y, durante una tarde entera, estuvo desenmarañando rollos y tomando medidas, mientras su hija la miraba en silencio desde un rincón de la habitación.<br />
<br />
Sin embargo, Antonia no podía dejar de preguntarse acerca del extraño comportamiento de su hija. Después de la escena que había organizado al recibir la noticia, abríase esperado que removiera cielo y tierra con tal de no desposarse. De hecho, su padre y ella ya estaban preparados para cualquier pataleta suya. Pero no había ocurrido así, sino todo lo contrario. Se había limitado a permanecer en silencio, sin una sonrisa, sin un gesto amable, siempre con cara de pocos amigos pero en silencio, al fin y al cabo. No protestaba cuando se mencionaba el tema, ni les había amenazado con cometer cualquier locura de ésas a las que ya estaban acostumbrados.<br />
<br />
Claro que, si Antonia hubiese conocido a su hija un poco más, se habría parado a pensar que estaba tramando algo, pero esto no fue así. Creyó, porque en el fondo era lo que quería y le convenía, que Claudia había decidido sentar la cabeza de una vez y no darles más quebraderos de cabeza a su padre y a ella. Por todas estas razones, la conmoción ante lo que la joven les tenía preparado fue mayúscula.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
***</div>
<br />
Claudia descendió de la tarima y se apartó ligeramente para que sus compañeros pudieran acceder a ella. En el lado opuesto de la grisácea habitación, Fulvio daba órdenes al grupo de “mujeres” integrantes del coro. Ayudándose con el brazo derecho, les indicaba el modo de ejecución de la parte que les correspondía en ese momento, justo antes de que Celio y Julio, los actores encargados de dar vida a Teseo e Hipólito, irrumpieran en escena. Como siempre, sin faltar a su costumbre, Fulvio vocalizaba con precisión y abriendo mucho la boca, pero sin elevar lo más mínimo el tono de voz, como si en realidad todo aquello le importase un comino o no fuese con él. Claudia, por su parte, permaneció quieta justo debajo del escenario, con los brazos en jarras y sonriendo para infundir ánimos a sus compañeros. Ambos se mostraban encantados de tenerla actuando con ellos, o al menos eso le habían dicho. Especialmente porque, como solían bromear, no era muy divertido hablarle de amor a un barbudo con peluca, algo que los dos habían experimentado ya.<br />
<br />
“Teseo: …Ella está muerta. ¿Crees que eso te va a salvar? Es lo que más te tiene en sus manos, ¡oh, tú, el más vil de los hombres! ¿Qué juramentos, qué palabras podrían ser más fuertes que ellas, para que tú pudieras escapar a la acusación?...”<br />
<br />
Al otro lado de la plataforma de madera, Drusila sostenía una bandeja con bebidas para todos los componentes del grupo, bebidas de las que Fulvio ya había despachado casi la mitad. Claudia saludó a su amiga con un gesto de la cabeza y ésta le respondió poniendo los ojos en blanco y con una sonrisa resignada referida a su amo. Después, volvió la vista hacia Celio, que seguía recitando su parlamento como si nada.<br />
<br />
“… Dirás que la odiabas y que la naturaleza del bastardo es hostil a los hijos legítimos. Ella ha hecho un mal negocio de su vida, según tú, si por odio hacia ti perdió lo más querido…”<br />
<br />
-De acuerdo; ya es suficiente por hoy.- interrumpió Fulvio.- Muy bien los dos. De todas maneras, Julio, ten cuidado. Se te va la vista. No puedes estar escuchando a tu padre y mirar al techo. El próximo día procura venir más despejado. ¡Ah! Otra cosa, Claudia, escucha que esto tiene que ver contigo: He pensado que quizá resultara estético que, desde el suicidio hasta el final de la representación, el cadáver de Fedra podría permanecer en escena, a la vista de todos. ¿Qué os parece?<br />
<br />
Claudia, quien no había necesitado que nadie requiriese su atención, bastante pendiente estaba ella ya de cada palabra que se pronunciaba en aquella habitación, hizo un gesto ambiguo, por lo que Fulvio, a modo de explicación, continuó:<br />
<br />
-Sé que es un esfuerzo aún mayor el que te pido, y que tu situación será bastante incómoda, pero creo que es un planteamiento novedoso que podría resultar, ¿verdad? Por supuesto no te estoy pidiendo que estés todos esos minutos sin respirar, pero…- intentaba por todos los medios convencerla y para ellos recurría a cada argumento que se le venía a la cabeza. Ninguno de los tres lo había visto nunca así, tan falto de imposición, de… temple.<br />
<br />
-Yo… bueno, creo que no soy el más apropiado para opinar sobre esto.- dijo Julio.- Al fin y al cabo, es Claudia la persona involucrada. Pero creo que es una buena idea.- añadió cuidadosamente, temeroso de que la “persona involucrada” no resultase de su misma opinión.<br />
<br />
Ella, dudando, le miró directamente a los ojos como buscando un apoyo que la ayudase a tomar una decisión final, a sabiendas de que ya conocía su punto de vista y porque, en el fondo, ella opinaba igual. Era lo que quería. Adoraba los retos…<br />
<br />
-Está bien.- dijo.<br />
<br />
Fulvio y Julio respiraron aliviados, mientras Celio se encogía de hombros y decía:<br />
<br />
-Haced lo que os parezca mejor. Yo sólo os dijo que no estoy de acuerdo con la idea de exponer a Claudia más de lo que sea estrictamente necesarios. Así, tiene más posibilidades de ser descubierta y, si eso ocurre, debemos prepararnos para lo peor.<br />
<br />
Por un momento, todos habían creído que se iba a oponer por razones de orgullo herido. De hecho, en multitud de ocasiones, Claudia se sentía gravemente discriminada, no en el caso de Celio y Julio, pero sí en el de otros compañeros secundarios.<br />
<br />
Afortunadamente no había sido así y a la muchacha incluso le dieron ganas de abrazar a su marido ficticio cuando se dio cuenta de lo mucho que se preocupaba por ella. A sus cuarenta años, Celio suponía para ella, en ocasiones, más de lo que su padre (y eso que lo quería, y mucho) podía llegar a suponer.<br />
<br />
Además, que la descubrieran era algo que no le preocupaba en absoluto. También a ellos les tenía reservada una sorpresa. Una sorpresa que, junto a la que les tenía preparada a sus padres, sólo Lucio conocía.<br />
<div>
<br /></div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-53935355154126244312020-03-12T14:32:00.000+01:002020-03-12T14:32:06.079+01:00CLAUDIA - Capítulo VI<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgr8ab9h2YOAS8J7EXfc0nEDwAVOJwWmYgz7F2XZWuugOVAmgW3MCJu7K2pjoTxAZltg1cZwM-SN4T_5crFgl0YmLCzW7wzTLWa8KDPYxWeNVTdye1QA9HO6DTWVXPnLqAiit3KQcTaCoo/s1600/termas_baeloclaudia02.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="172" data-original-width="400" height="171" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgr8ab9h2YOAS8J7EXfc0nEDwAVOJwWmYgz7F2XZWuugOVAmgW3MCJu7K2pjoTxAZltg1cZwM-SN4T_5crFgl0YmLCzW7wzTLWa8KDPYxWeNVTdye1QA9HO6DTWVXPnLqAiit3KQcTaCoo/s400/termas_baeloclaudia02.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
<i><b>Nota</b>: te advierto que en el texto que estás a punto de leer hay errores tanto de estilo como ortotipográficos. Si quieres saber por qué, te recomiendo leer la entrada <a href="https://erikagael.blogspot.com/2020/01/nota-de-la-autora-la-mas-dificil-que-he.html" target="_blank">«Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)»</a>. Si no te apetece, te la resumo: este texto está sin editar. Como una canción sin arreglos o una película que aún no ha pasado por posproducción. Escribí esta historia a los diecisiete años, y aunque podría corregirla ahora, he preferido no hacerlo para conservar su esencia. Si fueses pintor, ¿retocarías aquel dibujo que hiciste con cinco años, y que tu madre colgó en la puerta de la nevera? Probablemente no, porque ese dibujo es lo que te ha llevado hasta donde estás ahora. Fue el inicio de tu carrera, y es un recuerdo que quieres conservar. Lo mismo me ocurre a mí con Claudia, a pesar del pudor tan ENORME que me produce enseñártela así como está, en bruto.</i></div>
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<i><br /></i></div>
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<i><b>Otra nota</b>: la imagen que acompaña a esta entrada no es mía (ya me gustaría a mí tener semejante talento). Pertenece a Eduardo Barragán. Si no lo conoces, tiene un <a href="http://italicaromana.blogspot.com/" target="_blank">blog superinteresante</a>, que te recomiendo visitar, en el que recrea con todo lujo de detalles la huella romana en el sur de la península ibérica, incluyendo Baelo Claudia. </i></div>
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<i><br /></i></div>
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<i>Y ahora sí, por fin, aquí está el capítulo de esta semana. Recuerda que cada jueves podrás leer una nueva entrega en este blog. ¡Espero que te guste! ;-)</i></div>
<br />
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<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
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<b><span style="font-size: large;">CAPÍTULO VI</span></b></div>
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<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
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<br />
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<br />
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Se acercó a
las termas a primera hora de la tarde, sintiendo el resplandor del sol en sus
cabellos, algo que le producía dolor de cabeza. Aquel clima era aún más
variable que su estado de ánimo en los últimos tiempos. Tan sólo quedaban ocho
días para las calendas de enero y ahora resultaba que al sol le apetecía volver
a lucir sus encantos aunque no viniera a cuento. Sin embargo, los continuos
graznidos de gaviotas en la costa parecían anunciar el retorno del frío, ese
frío húmedo que recorría las piedras y las pieles de Baelo sin intención de
marcharse (¿qué creíais? ¿que me había ido?) y que se introducía por todas las
rendijas hasta lo más hondo de cada uno, hasta el alma, sin que nada ni nadie
pudiesen hacer gran cosa por sacárselo de dentro.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
El día
anterior, Claudia había abandonado la casa de Fulvio en medio de una especie de
neblina etérea. Sus compañeros (¡¡sus compañeros!!) se habían visto obligados a
sujetarla al recibir la noticia pues, ¡ay!, por Baco, casi se cae del susto.
Mientras salía, sola, creyó distinguir la figura de Drusila a lo lejos, pero ni
siquiera se acercó a saludarla.<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
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Fedra. Fedra. <span style="font-size: 8.0pt; line-height: 107%;">¡¡¡Fedra</span>, <span style="font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Fedra</span>, Fedra, <span style="font-size: 14.0pt; line-height: 107%;">Fedra!!!</span> Aún no lo podía
creer. Luego, al llegar a casa, Níobe le había transmitido un recado de parte
de Lucio, con quien se había encontrado en el mercado. La buena mujer se
inquietaba sólo con pensar en lo que podría ocurrirle si era descubierta en
semejantes asuntos, pero Claudia sabía que, en el fondo fondo, en el mismo
lugar donde se ocultaba el frío, a Níobe le encantaba su nuevo papel de alcahueta.
“Esta tarde en las termas”. Muy bien, gracias, Níobe.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Ahora,
mientras se acercaba al lugar señalado, pensaba, incluso con el dolor de cabeza
que arrastraba, en cómo le daría las buenas noticias a Lucio. ¡Lo contento que
se iba a poner al enterarse de todo! Así podría animarlo un poco porque, hacía
dos noches, cuando entró en su habitación por la ventana, la noticia de su
próximo matrimonio le había traspasado el hígado, aunque ambos la esperaban.
Tendrían que aprovechar el tiempo que les quedaba.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Cuando por fin
llegó a la entrada, se resguardó de los dañinos rayos de sol en el pórtico,
acostumbrándose sus ojos a las sombras durante unos instantes. Después, cruzó
el umbral y fue recibida, entre un ambiente de relajación y placer, por una
mujer detrás de un atril. Ya se conocían, se habían visto antes, así que la
estatua no opuso resistencia desde detrás del atril y Claudia pasó de largo.
Siguió caminando por el pasillo, todo recto, en dirección al <i>apoditerium</i>.
Hasta ella llegaban los vapores de la sauna, los olores de los perfumes y
aceites, las charlas animadas y los grititos de diversión. Justo al final,
prácticamente se chocó con la puerta de los vestuarios. Allí se despojó de todo
cuanto llevaba encima, de todo excepto de la diadema que se había anudado en la
frente para sujetar sus rizos. Desnuda, tomó una toalla y, dejándose guiar por
el calor, llegó hasta el <i>caldarium</i>, donde se sumergió
l-e-n-t-a-m-e-n-t-e en la piscina, sintiendo el agua caliente envolviéndola de
la punta de los pies a los hombros. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Cerró los ojos
y dio unos pequeños pasos a lo largo del estanque, mientras las puntas de sus
cabellos se pegaban a su espalda. No había muchos bañistas ese día en la zona
de agua caliente, sólo dos más y otra chica que se marchaba cuando ella llegó.
Seguramente el calor exterior había animado a muchas a empezar por los baños
fríos. Ignoraba qué haría Lucio para encontrarse con ella, pero supuso que ya
habría pensado en algo. Tenían suerte de que las termas fueran mixtas, porque
si no… A sus oídos habían llegado rumores verdaderamente escalofriantes
(¡¡ssshhhhh!!): en la mayoría de las terminas del Imperio, los hombres y las
mujeres se bañaban por separado, ¡e incluso en algunas a horas diferentes! Pero
bueno, ellos no tenían ese problema. Mientras Baelo siguiera siendo tan
pequeño, no construirían otras termas de mayores dimensiones, por lo que
tendrían que continuar apiñándose (hombres y mujeres) a la hora del baño.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Ahora, sin
embargo, no quería pensar. Ni en eso ni en nada. Los nervios y la angustia a
los que había estado sometida durante los últimos días le habían agotado el
cerebro de tal modo que necesitaba relajarse un poco. Una esclava se acercó por
detrás ofreciéndole sus servicios, que ella aceptó gustosamente. Salió del agua
y siguió los pasos de la masajista hasta que llegaron a una reducida sala
abovedada y con pinturas en las paredes. Como único mobiliario, una camilla
alargada ocupando prácticamente todo el espacio central. Claudia se tumbó boca
abajo sobre ella y, sin decir palabra, la esclava comenzó su trabajo con
parsimonia. Primero sintió una crema viscosa que, frente al calor que ella
misma desprendía le produjo un escalofrío. Una mano, luego otra, dos manos se
apoyaron en su espalda y procedieron a extender aquel ungüento por su piel
desnuda. El agua caliente había hecho que sus poros se dilatasen y, así, la
mezcla penetraba más fácilmente hacia el interior. Las manos continuaron su
tarea. El siguiente paso fue añadir al inerte cuerpo de Claudia otro ungüento
más. Éste no profundizó tanto como el anterior así que su piel quedó cubierta
por una gruesa capa de aceite brillante y pegajoso. Sobre ésta, la masajista se
encargó de aplicar otra capa más fina de arena, la cual se adhirió
instantáneamente a la pomada inferior. Después, durante un rato, restregó la
mezcla sobre la piel de Claudia con la única ayuda de sus manos y, para
finalizar, cuando su cliente estaba a punto de quedarse dormida, cogió el <i>strigilis</i>
y con él fue rasurando toda la mixtura hasta desprenderla por completo. Los
escasos restos que lograron escapar del paso de aquel instrumento fueron
eliminados también con un paño. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Claudia se
levantó adormilada y observó sus brazos, que ahora presentaban unas rayas de
colores a causa de la irritación producida por el <i>strigilis</i>. Agarró una
toalla con su mano derecha y salió de la habitación, donde permanecía la
esclava recogiendo todos los enseres que había empleado en esta ocasión. Con
una energía renovada, se dirigió con la toalla inmaculada alrededor de su
cuerpo, hacia la piscina descubierta. Las llamadas de atención del vendedor de
salchichas, que momentos antes le habían llegado mitigadas por tabiques y
puertas, se escuchaban ahora, ya sin obstáculos, por todo el recinto. Poco a
poco, el ambiente fue perdiendo densidad y comprendió la proximidad de su
destino. Con una energía renovada, aceleró el paso hasta llegar a un lugar al
aire libre donde se aglomeraban la mayoría de visitantes esa tarde, bien en el
estanque, descansando o braceando, bien bajo los pórticos, paseando o
charlando. La mayor parte de los presentes eran hombres, pero ninguno pareció
fijarse en la presencia de una joven detenida bajo el dintel de la puerta. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Cuando ésta
localizó lo que buscaba con sus ojos inquisidores, se apresuró a ocultarse tras
una columna de estilo corintio. Asomó su cabeza por uno de los laterales y lo
miró. Lucio se hallaba dentro de la piscina, sentado sobre uno de los escalones
que servían tanto para entrar como para salir de ella, y apoyaba los brazos
sobre el bordillo de piedra. Alguien se encontraba a su lado charlando
despreocupadamente, pero él tenía un cierto aire aburrido y dirigía su mirada
hacia el cielo. Claudia sonrió mientras un mechón de su flequillo se desprendía
sobre su frente. El agua los había unido y ahora el agua se encargaba de reunirlos
de nuevo. Estaban predestinados a vivir siempre cerca del agua, como si de una
dependencia se tratase. Le hubiese encantado despojarse de su toalla allí mismo
y meterse en la piscina con él, pero sabía muy bien que, si hacía eso, podía
dar por acabada toda su vida social. Así que esperó, no le quedaba más remedio.
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Sin embargo,
no tuvo que aguantar mucho tiempo. Instantes después, Lucio bajó la vista e
inmediatamente la descubrió, observándolo risueña entre la gente. Le devolvió
la ¿sonrisa? Con todas las personas que allí había, no podía permitirse mucho
más. Con ciertos reparos, alzó la mano y, disimuladamente le hizo un gesto que
ella comprendió sin problemas. El <i>apoditerio</i>. El vestuario. Muy bien.
Pues allá se fue. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Nada más
llegar, se sentó en un estrecho banco corrido a esperar a Lucio, que no tardó
en llegar. En cuanto descorrió la cortina, unos brazos bronceados se lanzaron a
su cuello.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-Les he
encerrado. He atrancado todas las puertas a mi pado y les he encerrado. No
podrán salir en un buen rato.- confesó debatiéndose entre la culpabilidad y la
diversión mientras se tapaba la boca con una mano. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-¡Estás loco!-
dijo ella, pero él ya no le oía. Había comenzado a besarla, a acariciarle los
hombros, a arrancarle la toalla…- ¿Vendrás esta noche a mi cuarto?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-Haré todo lo
posible.- le oyó murmurar con la cabeza hundida en su cuello.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-Tengo algo
muy importante que contarte.- dijo Claudia mientras le abrazaba con fuerza y
sonreía. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
***<b><o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
“Se
cuece un pollo en <i>garum</i>, aceite y vino…” ¿Sí? Pues para adentro que se
iba el pollo. “… se le añade una ramita de cilantro…” Oh, oh…
cilantro…cilantro… ¿sería aquello que estaba en aquel frasquito de allí? Sería.
Bueno, paso siguiente: “… y cebolla.” ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! ¿Y empezar a
llorar otra vez? No, no, no, de eso que se encargue Níobe. Ya está. Se acabó.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Claudia
se aburría. Se aburría como una ostra de ésas que se pescaban en el Cantábrico,
por eso había decidido bajar a la cocina a INTENTAR ayudar a Níobe a preparar el
pollo con hojaldre y leche para la cena, aunque no tenía ni idea de cocinar,
claro está. Una “jovencita de buena familia como ella” no tenía por qué
rebajarse a realizar semejantes tareas. Para eso ya estaban los esclavos. ¡Si
su madre la viera ahora, seguro que la sacaba de allí a base de chillidos…! En
realidad, tampoco a ella le interesaba demasiado todo aquello, pero necesitaba
mantener la mente ocupada unas cuantas horas mientras esperaba a ver si Lucio
llegaba o no.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
-Níobe…-
se acercó zalamera a su espalda.- Ya no sé continuar. ¿Por qué no lo haces tú?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
-Ya
me parecía a mí, niña, que no serías capaz! ¡A saber lo que has hecho! Y si
llega a entrar la señora…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
-¡Ay,
Níobe, no seas así! Pues para que veas que sí soy capaz de preparar un estúpido
pollo, voy a continuar yo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
-¡Santa
Juno, que el cielo nos ampare!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
¿Por
dónde íbamos? ¡Ah, sí! Por la cebolla. Bueno, qué le iba a hacer… Comenzó a
partir una cebolla y no había llegado ni a la tercera capa cuando dos gruesos
lagrimones asomaban ya a sus párpados. “Cuando esté cocido, se retira de su
propia salsa…” ¡Uf, qué difícil! En fin.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
-¡Niña!
¡¿Pero qué estás haciendo?!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
-Pues
lo que dice aquí, Níobe: retirar el pollo de su propia salsa una vez está
cocido…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
-¡Pero
se saca el pollo, niña, no se tira la salsa! Anda, vete, vete… Lo que una tiene
que aguantar a sus años…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Y
expulsó a Claudia de la cocina con un par de palmaditas cariñosas. Ésta,
riendo, se dirigió a su dormitorio. Sí, bueno, no sabía preparar un pollo, ¿y
qué? Al fin y al cabo, ésa era tarea de los esclavos, no suya. Si le había
pedido a la criada que le permitiera ayudar en las labores de la cocina era
porque quería mantener su mente ocupada durante un buen rato, hasta que llegara
Lucio. Estaba tan nerviosa por todo lo que le estaba pasando que tenía miedo de
que se le notara. Había hojeado una y mil veces el pergamino que le había dado
Fulvio, repasando cada párrafo una y otra vez, dejando desfilar las palabras
por su mente, sonriendo casi sin darse cuenta cada vez que pensaba en lo que
aquello suponía, en la suerte que había tenido. Se había hecho el propósito
(hasta el momento fútil) de tranquilizarse un poco y tomarse las cosas con
calma, llegando incluso a guardar el texto bajo el colchón. Pero la tentación
era demasiado sublime… <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
¡Ves!
Por eso había querido evadirse y se había plantado en la cocina con la sana
intención de preparar algo sin que su familia se pasase luego cuatro días
indispuesta. Sin embargo, no podía dejar de pensar en aquella fortuna que le
había caído del cielo. Mientras permanecía en la casa, el estar apartada de
Fedra se convertía en una tortura. Imaginar que ella con su voz, su cuerpo y la
transformación de su alma podría hacer que volviese de nuevo a la vida era algo
demasiado bonito, demasiado grande como para intentar olvidarlo tan fácilmente.
Y ahora, en su habitación, teniéndola tan cerca, esta tortura se convertía en
una presión en las sienes casi insoportable.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
¿Y
si lo mirase una vez más? Aunque sólo fuese para comprobar que se había
aprendido bien el papel y no cometía errores… (Vamos, Claudia, conoces el papel
de memoria, de principio a fin, desde el mismo día en que Fulvio te lo
entregó). Ya, pero es que… Y esa esquinita de papel amarillento sobresaliendo
por entre la tela no ayudaba mucho… Rápidamente, con un gesto limpio y
cortante, como temiendo ser descubierta cometiendo un robo, arrancó las hojas
de debajo de la cama y, alisando ligeramente los pliegos, se los acercó a la
vista y comenzó a leer con voracidad. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Poco
a poco, una sonrisa se iba extendiendo por su rostro y, más sosegada, fue
separando las hojas de sus ojos hasta depositarlas sobre el lecho. Mientras
trenzaba sus cabellos, continuó leyendo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
“Fedra: ¿Qué es
eso que los hombres llaman amor?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
Nodriza: Algo
agradable y doloroso al mismo tiempo, niña.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
Fedra: Podría
decir que yo he experimentado el lado doloroso.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Nodriza:
¿Qué dices? ¿Estás enamorada, hija mía? ¿De quién?”<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Claudia
se recostó sobre un diván y, apoyándose sobre el costado, dejó las hojas a su
lado, sobre el tapizado, para proseguir la lectura. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
“Fedra: Del hijo
de la Amazona, quienquiera que sea.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
Nodriza: ¿Te
refieres a Hipólito?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Fedra:
De tus labios has oído su nombre, no de los míos."<span style="text-indent: 35.4pt; white-space: pre;"> </span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="text-indent: 35.4pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="text-indent: 35.4pt;">De repente, algo golpeó, aunque sin mucha fuerza, el alabastro de la ventana. </span></div>
<span style="font-family: "Calibri",sans-serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;"> </span></div>
</div>
</div>
</div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-5128873623016092012020-03-05T09:18:00.000+01:002020-03-05T09:18:34.089+01:00CLAUDIA - Capítulo V<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLg4VENcB-wc1NU20Yg2-ceAFjqYADssRk25m_3nx4MAW0Cq8ZF7oLQyLlTBa_XRXRUrqh9XDJshxTpIEv3cYlo7sfImtp69uSEo2gEFitUQMdebzZmFZFAsddPDL_8J_D0zi5fpbaslE/s1600/macellum_baeloclaudia02.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="275" data-original-width="640" height="171" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLg4VENcB-wc1NU20Yg2-ceAFjqYADssRk25m_3nx4MAW0Cq8ZF7oLQyLlTBa_XRXRUrqh9XDJshxTpIEv3cYlo7sfImtp69uSEo2gEFitUQMdebzZmFZFAsddPDL_8J_D0zi5fpbaslE/s400/macellum_baeloclaudia02.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
<i><b>Nota</b>: te advierto que en el texto que estás a punto de leer hay errores tanto de estilo como ortotipográficos. Si quieres saber por qué, te recomiendo leer la entrada <a href="https://erikagael.blogspot.com/2020/01/nota-de-la-autora-la-mas-dificil-que-he.html" target="_blank">«Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)»</a>. Si no te apetece, te la resumo: este texto está sin editar. Como una canción sin arreglos o una película que aún no ha pasado por posproducción. Escribí esta historia a los diecisiete años, y aunque podría corregirla ahora, he preferido no hacerlo para conservar su esencia. Si fueses pintor, ¿retocarías aquel dibujo que hiciste con cinco años, y que tu madre colgó en la puerta de la nevera? Probablemente no, porque ese dibujo es lo que te ha llevado hasta donde estás ahora. Fue el inicio de tu carrera, y es un recuerdo que quieres conservar. Lo mismo me ocurre a mí con Claudia, a pesar del pudor tan ENORME que me produce enseñártela así como está, en bruto.</i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b>Otra nota</b>: la imagen que acompaña a esta entrada no es mía (ya me gustaría a mí tener semejante talento). Pertenece a Eduardo Barragán. Si no lo conoces, tiene un <a href="http://italicaromana.blogspot.com/" target="_blank">blog superinteresante</a>, que te recomiendo visitar, en el que recrea con todo lujo de detalles la huella romana en el sur de la península ibérica, incluyendo Baelo Claudia. </i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Y ahora sí, por fin, aquí está el capítulo de esta semana. Recuerda que cada jueves podrás leer una nueva entrega en este blog. ¡Espero que te guste! ;-)</i></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">CAPÍTULO V</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="MsoNormal">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
No quedaba
tiempo, no quedaba tiempo, no quedaba tiempo, no quedaba tiempo… Claudia
trotaba bajo la lluvia en dirección a la casa de Fulvio. Las lágrimas del cielo
la empapaban, hacía frío, pero ella ya no se daba ni cuenta. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Después de
conversar con Níobe y desahogarse con ella se había encontrado mejor, pero
pronto comprendió que debía empezar a trabajar ya si quería culminar su gran
actuación antes del día fatídico, por lo que se dirigió a casa del director a
pedirle, a rogarle, a suplicarle, que por favor adelantara la fecha del próximo
estreno. No tenía ni idea de si esto sería posible o no, ya que ni siquiera
conocía el título de la obra, pero confiaba en Fulvio. Era un hombre serio,
enamorado de todo lo referente a los griegos, por lo que, casi sin excepción,
sus obras estaban tomadas de entre el repertorio de los tres grandes trágicos.
Ignoraba cuál sería esta vez, pero esperaba que alguna muy famosa, alguna que
le permitiese demostrar lo buena que era y que le ayudase a dar “el gran
golpe”. Impaciente, por un lado, y temerosa, por el otro, llegó ante las
puertas de la vivienda-taller de Fulvio. La lluvia había aflojado y, aunque
seguía chorreando, por lo menos pronto estaría a cubierto. Si es que se decidía
a entrar, porque… La verdad es que no sentía la osadía suficiente como para
presentarse allí y pedir algo tan descabellado. Pero no quedaba tiempo…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Con un impulso
repentino, abrió la puerta y penetró en el interior velozmente, no fuera a
arrepentirse antes de llegar al otro lado. Desde la sala contigua, el taller,
le llegaban, amortiguadas por la presencia de la pared, diferentes voces, todas
masculinas, entre las que distinguió varias conocidas, como la de Fulvio y
otros de sus compañeros en el mimo. Abrió (esta vez despacio, con mucha calma)
la siguiente puerta y se encontró, cual banquete en casa de su padre, con una
multitud de ojos observándola con sorpresa y curiosidad. Se abrió paso por
entre esa multitud y, caminando lentamente y con suavidad, casi como si
flotara, llegó a la mesa tras la cual se hallaba su mecenas mirándola
extrañado. El resto del grupo no perdía detalle de lo que estaba ocurriendo
entre ellos. Habían interrumpido su cháchara, pero no les importaba porque la
cosa se estaba poniendo emocionante. Claudia, frente a la mesa, no sabía por
dónde empezar. Sin embargo, no le hizo falta pensar más, porque Fulvio comenzó
por ella:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-¿Qué ocurre,
Claudia? ¿Qué haces aquí? Habíamos quedado en que yo ya te avisaría por Drusila
de cuándo deberías presentarte aquí. No es conveniente que la gente te vea
venir en época de ensayos, puede levantar sospechas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-Yo… es que
yo… TENGO QUE PEDIRTE UN FAVOR.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-Bien, dime.-
a veces, Claudia se preguntaba cómo era posible que un hombre que dedicaba su
vida por entero al arte más fluctuante y visceral de todos cuantos existían,
fuese capaz de mantener la calma de ese modo hasta en los momentos de mayor
nerviosismo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-Necesito que
me hagas un favor.- repitió.- Que aplaces todos los proyectos que te ocupan
ahora- ahí fue cuando se oyeron murmullos de desaprobación en la sala- y
estrenes la obra que tienes en mente… durante la <i>Carmentalia</i>. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Ni un
murmullo, ni una queja, ni una sola expresión de asombro. Silencio. Silencio
absoluto. Hasta Fulvio (el hombre imperturbable), parecía haber perdido su
hasta ahora intacta compostura. Los ojos se le salían de las órbitas. ¡En la <i>Carmentalia</i>!
¡Pero si sólo restaban dieciocho días! Aquella loca había perdido la chaveta
irremediablemente. ¡Y de un día para otro! Si es que los jóvenes ya no son lo
que…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-Me quieren
casar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
¡Ah, bueno,
eso era otra cosa! Al menos tenía una disculpa razonable. Pero, aún así, dieciocho
días eran demasiado pocos para preparar ALGO en condiciones, y mucho menos si
ése ALGO pretendía ser su gran obra maestra. Por otra parte, si aquel diamante
en bruto se casaba, se esfumarían casi con total seguridad todas las
posibilidades de que participara en lo que se traía entre manos, y su fama como
director ya no llegaría a todos los puntos de Hispania. Además, a Fulvio le
gustaban los retos y…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-Muy bien.-
respondió desafiante.- Se hará como tú digas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
La cara de
alegría inicial de Claudia se tornó en estupefacción cuando escuchó la última
sorpresa que aún le guardaba aquel hombre:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-Quiero que
comiences mañana mismo a prepararte intensamente. De hecho, hoy te llevarás a
casa unas cuantas indicaciones que deberás estudiar. Por favor, ten mucho cuidado,
que nadie te descubra.- y después (¿con una leve sonrisa?) añadió- Quiero q lo
des todo, Claudia, te voy a exprimir el jugo hasta la última gota. Tenemos que
vérnoslas con Eurípides. Serás la Fedra de “Hipólito”. <o:p></o:p></div>
<br /></div>
</div>
</div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-72410594493703957492020-02-27T13:58:00.000+01:002020-02-27T13:58:48.248+01:00CLAUDIA - Capítulo IV<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqLonCL92tC9MU70OIJRY_lnosC1BhyelUD2tVbOlIsilOy-R_4EmVGdurDhs1Ug5tBlm7_qZ115DUaFpHZDWei7Gbk9LP5xmkPGlyEF7j7vYpY5zR3ytP0AaSv9S_vAKmhH5KC_dLlXs/s1600/teatro_baeloclaudia01.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="172" data-original-width="400" height="171" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqLonCL92tC9MU70OIJRY_lnosC1BhyelUD2tVbOlIsilOy-R_4EmVGdurDhs1Ug5tBlm7_qZ115DUaFpHZDWei7Gbk9LP5xmkPGlyEF7j7vYpY5zR3ytP0AaSv9S_vAKmhH5KC_dLlXs/s400/teatro_baeloclaudia01.jpg" width="400" /></a></div>
<i><b><br /></b></i>
<i><b>Nota</b>: te advierto que en el texto que estás a punto de leer hay errores tanto de estilo como ortotipográficos. Si quieres saber por qué, te recomiendo leer la entrada <a href="https://erikagael.blogspot.com/2020/01/nota-de-la-autora-la-mas-dificil-que-he.html" target="_blank">«Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)»</a>. Si no te apetece, te la resumo: este texto está sin editar. Como una canción sin arreglos o una película que aún no ha pasado por posproducción. Escribí esta historia a los diecisiete años, y aunque podría corregirla ahora, he preferido no hacerlo para conservar su esencia. Si fueses pintor, ¿retocarías aquel dibujo que hiciste con cinco años, y que tu madre colgó en la puerta de la nevera? Probablemente no, porque ese dibujo es lo que te ha llevado hasta donde estás ahora. Fue el inicio de tu carrera, y es un recuerdo que quieres conservar. Lo mismo me ocurre a mí con Claudia, a pesar del pudor tan ENORME que me produce enseñártela así como está, en bruto.</i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b>Otra nota</b>: la imagen que acompaña a esta entrada no es mía (ya me gustaría a mí tener semejante talento). Pertenece a Eduardo Barragán. Si no lo conoces, tiene un <a href="http://italicaromana.blogspot.com/" target="_blank">blog superinteresante</a>, que te recomiendo visitar, en el que recrea con todo lujo de detalles la huella romana en el sur de la península ibérica, incluyendo Baelo Claudia. </i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Y ahora sí, por fin, aquí está el capítulo de esta semana. Recuerda que cada jueves podrás leer una nueva entrega en este blog. ¡Espero que te guste! ;-)</i></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">CAPÍTULO IV</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="MsoNormal">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Lucio le había
pedido que esperara en el cementerio que se encontraba ante la puerta norte de
la ciudad, justo al principio (o al final, según se mirase) del <i>cardo</i> <i>máximo</i>.
Claudia llegó allí antes que él, justo cuando los rayos de un sol que había
decidido asomarse tras muchas vacilaciones se hallaban por detrás de su cabeza.
El día había sido gris, pero al parecer todavía no había acabado. El cementerio
estaba, por lo general, vacío, y sobre todo a esas horas. Se había acercado
hasta allí en unos pocos minutos, y a pesar de tener que atravesar para ello
casi toda la ciudad, dejando a su madre encerrada con una de sus terribles
jaquecas y a Tulio jugando tranquilo. Su padre estaba en una taberna con sus
amigos, y Tulio había prometido no decir nada a nadie siempre y cuando le
llevara una flor. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Cuando pisó la
primera piedra de la necrópolis, un escalofrío recorrió su espina dorsal desde
abajo hacia arriba. Aunque no tenía nada en contra de aquellos lugares, las
malas vibraciones que despedía aquella soledad no le gustaban nada. Ironías de
la vida, pensó, justo lo opuesto que le ocurría las veces que se escapaba a
escondidas al teatro. En estos pensamientos estaba cuando, de improviso, una
cabeza surgió de detrás de una de las lápidas que se encontraban en la zona de
la izquierda de la calzada donde ella estaba situada, dándole un susto de
muerte:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-¡Ahhhh!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Inmediatamente
después, una carcajada le reveló la identidad de la cabeza del monstruo. Era
Lucio, claro. Se levantó del suelo y, bordeando la estela tras la que había
estado oculto, se aproximó a Claudia, la cual ponía cara de ir a embestirlo si
volvía a hacer algo así. Él, que continuaba riéndose, le pidió perdón con una
reverencia de movimientos exagerados así que, ante la ridiculez de la escena, a
Claudia no le quedó más remedio que aceptar sus disculpas, riéndose también.
Permanecieron largo rato mirándose fijamente y sonriendo. Lucio tenía los
cabellos negros, cortos y rizados. El color de sus ojos dependía, sin embargo,
de la luz del sol: podía ir desde el castaño claro hasta el negro más profundo.
En aquel instante eran claros, de un marrón extraño que casi daba miedo mirar.
Su piel era blanca, con algunos lunares oscuros en la cara, y tenía la nariz
recta. Cuando se reía como había hecho antes, sus ojos se achicaban y la piel
que quedaba bajo sus párpados subía formando unas pequeñas arrugas, borrando
por completo el aspecto de formalidad y responsabilidad que podía llegar a
adquirir cuando estaba serio. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Ninguno de los
dos logró recordar después quién había sido el que había bajado la vista
primero, pero alguno fue, eso seguro. Sin saber qué decir, continuaron así
mucho tiempo más, unidos por las manos y por la mirada otra vez, dejando
transcurrir los segundos y los minutos (quizá las horas; ninguno pudo acordarse
después de cuánto tiempo estuvieron juntos bajo unos rayos de sol cada vez más
marchitos). Cuando sólo la mitad de una esfera naranja se podía vislumbrar ya
en el horizonte, Lucio, como despertando de un sueño tranquilo, dijo:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-Es ya muy
tarde, tengo que irme. Dentro de poco comenzarán a servir la cena.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Así que la
besó rápidamente y echó a correr.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
***<o:p></o:p></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Dos meses
después, llegó por fin el ansiado día del estreno de Claudia y,
afortunadamente, todo salió bien. Se había preparado a conciencia durante los
ensayos en casa de Fulvio, así que las posibilidades de que le fuera a ir mal
eran prácticamente nulas. Sólo un ataque de miedo escénico (el cual ya había
podido comprobar que no padecía) o de simples nervios (estos sí que no se los
podía quitar de encima. En fin) podían haber actuado en su contra y mermar su
talento pero, para su felicidad, no ocurrió así. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Por tener
lugar la representación en plenas fiestas, a su familia no le quedó más remedio
que acudir ese día al teatro (y de paso enterarse de lo que decía la gente).
Sin embargo, los comentarios no fueron, para nada, ofensivos. Por supuesto que
no todos los días se veía a la primogénita de un soldado de alto rango
rebajarse de aquella manera, y quizás eso era lo que más expectación había
causado de cara a la función, pero bueno, no lo había hecho del todo mal y,
además, como todo el mundo sabía, era joven y alocada…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Por su parte,
Claudia defendió el papel de Eris, la Discordia, lo mejor que pudo, y la verdad
es que quedó bastante satisfecha con el resultado. Una vez finalizada la
representación y sentido el estruendo de los aplausos en sus oídos y el calor
del público en su rostro, se retiró feliz a despojarse del vestuario y de todos
los afeites que le habían puesto por la cara. En los últimos meses su vida
había cambiado de tal manera y a una velocidad tan vertiginosa, que aún no
podía creérselo. Se había acostumbrado a asistir dos veces por semana a casa de
Fulvio a ensayar, a aquel cuarto que seguía tan reducido y desconchado como
siempre había estado y como siempre estaría, dado que su dueño no tenía
intención de remodelarlo en los próximos veinticinco años. Ahora que todo había
pasado, tendría que pensar en algo para hacer en ese tiempo, necesitaba
mantenerse siempre activa. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Lucio y ella seguían ocultando su amor como podían a
duras penas (de hecho, hoy lo había visto sentado entre el público, a lo lejos,
sonriéndole), aunque sabían que Baelo no era una ciudad muy grande y finalmente
su historia saldría a la luz provocando un gran escándalo. Sus padres,
últimamente, estaban más callados que de costumbre, sobre todo su madre. Eso le
hacía pensar que estaban tramando algo, aún no había qué, pero por el momento había
decidido no preocuparse por ello, ya lo descubriría a su debido tiempo. Y es
que ahora tenía otras cosas más importantes en qué pensar, dado que la mejor
noticia de todas era que: ¡Fulvio había quedado tan prendado de su trabajo y de
su forma de interpretar que le había prometido actuar de incógnito en su
próxima obra! Además, casi con toda seguridad le otorgaría el papel
protagonista en dicha obra, que ya se encontraba en preparación. Ésa debía ser
su gran obra maestra, ya lo estaba imaginando, nunca se volvería a ver a nadie
interpretar así sobre un escenario. El público se quedaría de piedra al verla y
escucharla, dejándolos a todos pasmados una buena temporada. Ése sería su mayor
triunfo, tenía que aprovecharlo porque quizás nunca pudiera volver a tener una
oportunidad así.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Cuando acabó
de arreglarse, se despidió del resto de sus compañeros y, tras dirigirle un
rápido guiño de complicidad al director (y también uno a Lucio, que andaba por
allí merodeando sin que nadie lo viera), regresó a su casa.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Desde el
preciso instante en que atravesó el umbral, supo que algo iba mal. Podía
percibir algo malo en el ambiente, como un presentimiento. Los semblantes
austeros e inexpresivos de sus padres no hicieron sino confirmar sus sospechas.
No se dijeron nada, ella tampoco. Desgraciadamente, creía conocer el motivo de
lo que se avecinaba. Se habían enterado, seguro. Alguien les había pasado el
chisme. Habían descubierto su relación con Lucio y estaban dispuestos a
repudiarla. Sería vendida como esclava en el próximo mercado sin que pudiera
hacer nada. Algún extranjero se apropiaría de ella y se la llevaría lejos, muy
lejos. Nunca más volvería a ver a Lucio, y sus sueños con el teatro podían
darse por terminados. Pasaría mil penurias antes de lograr escapar y, después,
sería capturada por bandidos que la retendrían en una gruta húmeda sin darle de
comer. Finalmente, moriría de frío, de sed, d…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-¿Claudia?-
comenzó, esta vez, su padre.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
(¿Sí…? …
¡Vamos, dilo!)<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-He hablado
con Mario, el juez, y…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
(¡¡Oh!!
¡¡Horror!!)<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-…me ha dicho
que estaría dispuesto a concertar un matrimonio entre su hijo y tú.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
(¡Uuuff!
¡Menos mal! Ya pensaba que… Un momento: ¿¿¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉ!!!) </div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<span style="text-indent: 35.4pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<span style="text-indent: 35.4pt;">No, no, no
podía ser cierto. Bueno, ella ya sabía que algún día tendría que llegar ese
momento pero… ¿por qué tan pronto? ¿Y por qué con ese gordo infantil e
ignorante? No, no, no podía ser cierto. Meneando la cabeza, Claudia comenzó a
retroceder sobre sus pasos y a alejarse de sus padres sin esquivar sus miradas.
Una mínima cantidad de agua se asomaba a sus ojos así que, cuando estuvo lo
suficientemente lejos de ellos, dio media vuelta y corrió, corrió, corrió
atravesando el corto espacio que la separaba de su cuarto. Una vez allí, se
sentó en el suelo apoyando la espalda en el lecho. Una cascada de bucles cobrizos
se desplomó sobre sus rodillas y, por primera vez desde que podía recordar, se
echó a llorar.</span></div>
</div>
</div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-31282366594488425582020-02-20T16:17:00.001+01:002020-02-20T16:17:35.497+01:00CLAUDIA - Capítulo III<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQdAFgjT3RqNaxeYaakOaT6GxE8cG2rCbv07PfjMOHipWr_fMmrJxGNCtQf61fYcUtd0TDLlYngjQA8o0Sj7w8VyZfUPNj1WiS6liOzD1ZeIexL7LjZRos7F9Vh5komR_2zDpLhKolyU4/s1600/factorias01.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="172" data-original-width="400" height="171" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQdAFgjT3RqNaxeYaakOaT6GxE8cG2rCbv07PfjMOHipWr_fMmrJxGNCtQf61fYcUtd0TDLlYngjQA8o0Sj7w8VyZfUPNj1WiS6liOzD1ZeIexL7LjZRos7F9Vh5komR_2zDpLhKolyU4/s400/factorias01.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
<i><b>Nota</b>: te advierto que en el texto que estás a punto de leer hay errores tanto de estilo como ortotipográficos. Si quieres saber por qué, te recomiendo leer la entrada <a href="https://erikagael.blogspot.com/2020/01/nota-de-la-autora-la-mas-dificil-que-he.html" target="_blank">«Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)»</a>. Si no te apetece, te la resumo: este texto está sin editar. Como una canción sin arreglos o una película que aún no ha pasado por posproducción. Escribí esta historia a los diecisiete años, y aunque podría corregirla ahora, he preferido no hacerlo para conservar su esencia. Si fueses pintor, ¿retocarías aquel dibujo que hiciste con cinco años, y que tu madre colgó en la puerta de la nevera? Probablemente no, porque ese dibujo es lo que te ha llevado hasta donde estás ahora. Fue el inicio de tu carrera, y es un recuerdo que quieres conservar. Lo mismo me ocurre a mí con Claudia, a pesar del pudor tan ENORME que me produce enseñártela así como está, en bruto.</i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b>Otra nota</b>: la imagen que acompaña a esta entrada no es mía (ya me gustaría a mí tener semejante talento). Pertenece a Eduardo Barragán. Si no lo conoces, tiene un <a href="http://italicaromana.blogspot.com/" target="_blank">blog superinteresante</a>, que te recomiendo visitar, en el que recrea con todo lujo de detalles la huella romana en el sur de la península ibérica, incluyendo Baelo Claudia. </i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Y ahora sí, por fin, aquí está el capítulo de esta semana. Recuerda que cada jueves podrás leer una nueva entrega en este blog. ¡Espero que te guste! ;-)</i></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">CAPÍTULO III</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="MsoNormal">
En casa del general Claudio se
preparaba un gran banquete. Grandes bandejas lacadas flotaban en el aire de un
lugar a otro, mientras que otras se amotinaban encima de las mesas. Cochinillos
“a la manera de Frontino” (con <i>garum</i> de la tierra, por supuesto),
ensaladas con espárragos y alcachofas, huevos, paté de aceituna traído
directamente de la mismísima Grecia, ostras, doradas y rodaballos sazonados con
hierbas aromáticas, pollo hojaldrado, queso, frutas confitadas y, cómo no, una
gran cantidad de vino <i>mulsum</i> mezclado con una buena dosis de miel. Dos
esclavos se encontraban en ese momento entrando en el triclinio portando un par
de recipientes con agua perfumada destinada a los invitados. En una esquina
cercana a la cocina, tres músicos afinaban sus instrumentos dispuestos a entrar
en acción en cuanto se lo ordenasen. Los siervos novatos deambulaban de un lado
a otro de la casa sin saber muy bien qué hacer, mientras que los veteranos
pedían calma y afirmaban tener la situación bajo control, aunque esto no
impedía que grandes churretes de sudor se deslizasen por su cara desde la
frente. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
En la cocina,
transformada provisionalmente en la cueva de un dragón expulsando bocanadas de
fuego y humo por la boca, el ajetreo de los esclavos rozaba límites
insospechados. Ahora, además, había cerca de los tres músicos un pequeño grupo
de bailarinas contorsionándose y ensayando sus movimientos. Una lámpara de
aceite justo a su lado proporcionaba tonalidades doradas a los mosaicos que
cubrían las paredes y suelos más inmediatos, dejando el resto casi en penumbra
hasta la imagen de una nueva lámpara. De vez en cuando, alguien se acercaba
apresuradamente, haciendo tambalear dichas lámparas, dispuesto a informar sobre
los últimos acontecimientos ocurridos a sólo unos metros de allí. Cada vez que
abría la puerta, una oleada de aire caliente le impedía la visión y, cuando
volvía a recuperarla, tenía encima de sí a una multitud de personas con cara de
pavor zarandeándole y exigiéndole noticias frescas. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-Pues… de
momento todo va bien- en esos momentos podían escucharse varios suspiros de alivio
en la sala.- aunque…- de nuevo las cabezas volvían a girarse hacia él y los
rostros se contraían por el temor.- el pretor Mario ha hecho un leve gesto de
disgusto al probar el pescado. Creo que no le pareció lo suficiente picante.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-¡¡¡Te lo
dijeeee!!!.- se oía chillar a alguna de las cabezas mientras otra recibía un
pescozón en la nuca.- Si este asunto va a mayores, ya puedes ir preparando tu
reventa.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
A Claudia le
encantaba pulular por esos lugares los días que había banquete ya que, por su
condición de mujer, casi nunca estaba invitada. Su madre, sin embargo, no
faltaba a ninguna. Claudia siempre se preguntaba dónde andaba su jaqueca esos
días, ya que nunca hacía acto de presencia. Pero le gustaba, sobre todo,
conversar con aquella mujer tan vieja y tan grande que, con una sola mirada,
era capaz de poner firmes al resto de sus compañeros. A Claudia le gustaba
llegarse donde ella, sentarse en un taburete y contarle sus cosas en mitad del
trajín y de una nube de vapor que convertía la cocina de su casa en la mejor
sauna termal. A Claudia, a pesar de las regañinas que recibía por “estorbar”
(por algo había nacido en el día de Júpiter), le encantaba pulular por esos
lugares los días que había banquete.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Cada vez que
alguien abría la puerta, una corriente de aire interrumpía durante un breve
espacio de tiempo la ascensión del humo hacia el techo, trayecto que iniciaba
de nuevo en cuanto la puerta se volvía a cerrar. Cuando, esa noche, Claudia
entró como una tromba en la cocina, el humo se paralizó sin perder la
costumbre. Siete pares de ojos se posaron en la muchacha, esperando ver en su
lugar al espía oficial, que proseguía con sus idas y venidas de la cocina al
triclinio y del triclinio a la cocina. Desilusionados, los catorce ojos
regresaron a sus quehaceres, excepto los dos de la mujerona, la esclava griega
Níobe, que se acercó a su niña (seguía siendo su niña por muchos dieciséis años
que tuviera) cuando la vio sonreír fatigada con la espalda recostada sobre la
puerta de madera que ella misma acababa de cerrar. Había algo en su sonrisa…
Como si fuera aún más e s p l é n d i d
a de lo normal. ¿O quizá eran sus ojos
los que sonreían? No lo sabía bien, pero no podía evitar inquietarse por ello.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-¿Qué te
ocurre, niña? ¿Qué es lo que sucede?- desconocía el motivo de que aquella
sonrisa le causase tal temor, algo así como un mal presentimiento, como que
aquella felicidad les iba a traer problemas a todos, y problemas graves. Sin
embargo, intentó aparentar tranquilidad a pesar de no lograr deshacer aquel
nudo en su estómago. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-Nada. –
respondió la “Niña” mirándola a los ojos y sin abandonar su eterna sonrisa.- No
me ocurre nada.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Con rapidez,
giró sobre sus talones, abrió la puerta y, escurriéndose entre el hueco formado
por ésta y el cuerpo de Níobe, se despidió de la cocina dirigiendo una última
mirada de complicidad a la criada.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Poco después,
un puñetazo propinado por uno de los invitados a la mesa donde estaba cenando,
seguido de una carcajada general que se propagó velozmente desde el triclinio a
todos los rincones de la <i>domus</i>, retumbó en todas las salas haciendo
temblar las paredes.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Al parecer, al
humo procedente de algún manjar tardío, le esperaban aún unos cuantos
sobresaltos. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
***<o:p></o:p></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Llovía. El
auténtico clima otoñal había comenzado a dar señales de vida poco antes de las <i>calendas</i>
de noviembre. El día que Drusila le dijo a Claudia que su amo, el director más
afamado de Baelo, preparaba una obra de mimo para las próximas fiestas, llovía.
Drusila era la mejor amiga de Claudia (por mucho que le pesase a su querida madre)
y, además, trabajaba como esclava en casa de uno de los directores de teatro
más exitosos de la ciudad y, prácticamente, de toda la Bética. Pero ahora lo
importante era la noticia que acababa de recibir Claudia, y es que el mimo era
el único género donde se permitía participar a las mujeres (aunque eso era sólo
por el momento, ya se encargaría ella de cambiar las cosas). Debía presentarse
al día siguiente en casa del directo Fulvio, ya que allí tendría lugar el
reparto de los personajes. Era para una parodia mitológica, le dijo, y yo te he
recomendado.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Al día
siguiente, a la hora prevista, se presentó en la casa de Fulvio, donde ya se
aglutinaban las personas que habían acudido con su mismo objetivo. En un
principio, a nadie le extrañó lo suficiente como para dedicarle más de un
segundo de su valioso tiempo el verla allí, si acaso un par de personas murmuró
algo así como: “…qué pensará su familia…” o “a esta chica deberían sujetarla al
piso, porque si no…”. En ese momento, Fulvio entró en la habitación, así que
Claudia ya no pudo oír nada más porque se hizo el silencio más absoluto. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
Por lo
que Drusila le había comentado, aquel pequeño cuarto sin muebles y con la
pintura desconchada estaba destinado de manera perenne a los ensayos y asuntos
de los grupos de teatro, por lo que no pudo dejar de sentir que, aun rodeada de
casi cincuenta personas, era alguien importante. En medio de ese silencio,
Fulvio comenzó a hablar, pero no parecía dirigirse a su público, sino que más
bien parecía estar hablando solo, expresando sus pensamientos en voz alta.
Hablaba de una forma pausada y sin elevar demasiado el tono de voz, algo
innecesario debió a las reducidas dimensiones del espacio. Claudia no perdía
detalle de todas y cada una de las palabras que salían de su boca: que si había
que tomarse en serio aquel ejercicio, que si debían ser puntuales y no faltar a
los ensayos, que si las personas que no pudieran participar en esa ocasión ya
tendrían otra oportunidad… (sí, claro, pensó Claudia, como si fuera tan fácil).
A continuación, fue nombrando a las personas que sí iban a poder participar en
esa ocasión, y entre todos esos nombres estaba el de Claudia. Finalmente,
cuando los no elegidos ya habían despejado ligeramente el local, se procedió al
reparto de los personajes. Cuando le llegó el turno a ella, Fulvio dijo:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
-Tú eres la
amiga de Drusila, ¿verdad? Me ha hablado de ti y yo siempre procuro tener en
consideración a mis esclavos. Espero que no te importa que te asigne un papel
poco importante. Ya sabes, por lo que podría decir la gente… Serás la Discordia
en "El juicio de Paris". </div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
¿Poco importante? ¿Poco importante la Discordia? ¡Vaya! Pues entonces cómo serían los importantes. Bueno, ya lo sabía, pero aún así le parecía haber tenido muchísima suerte. Fulvio le entregó un pequeño pergamino con lo que debía decir y cómo hacerlo y la citó para la semana próxima en el mismo lugar. Ese día, tendría lugar allí su primer ensayo (¡¡SU PRIMER ENSAYO!!). Más contenta que nunca, abandonó su puesto y se despidió de los demás con un escueto “hasta pronto”. La verdad es que, para empezar, no estaba nada mal.</div>
<br /></div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-87567207678825098182020-02-13T14:54:00.000+01:002020-02-13T14:54:42.796+01:00CLAUDIA - Capítulo II<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMjH5rBAO8T34A3KxbjU_okxIdUywZxl4OnRsTV3s5rod4VJnNz-RQ2F_vcb74H9ZqyS5chlN5Zqetgbi6DlXjAkf5nsDJwhiYmQOtD-Zrk38eBRSui-Y1JVz7umHftJcd2aABYwSTGtk/s1600/temploisis_baeloclaudia01.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="172" data-original-width="400" height="171" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMjH5rBAO8T34A3KxbjU_okxIdUywZxl4OnRsTV3s5rod4VJnNz-RQ2F_vcb74H9ZqyS5chlN5Zqetgbi6DlXjAkf5nsDJwhiYmQOtD-Zrk38eBRSui-Y1JVz7umHftJcd2aABYwSTGtk/s400/temploisis_baeloclaudia01.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
<i><b>Nota</b>: te advierto que en el texto que estás a punto de leer hay errores tanto de estilo como ortotipográficos. Si quieres saber por qué, te recomiendo leer la entrada <a href="https://erikagael.blogspot.com/2020/01/nota-de-la-autora-la-mas-dificil-que-he.html" target="_blank">«Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)»</a>. Si no te apetece, te la resumo: este texto está sin editar. Como una canción sin arreglos o una película que aún no ha pasado por posproducción. Escribí esta historia a los diecisiete años, y aunque podría corregirla ahora, he preferido no hacerlo para conservar su esencia. Si fueses pintor, ¿retocarías aquel dibujo que hiciste con cinco años, y que tu madre colgó en la puerta de la nevera? Probablemente no, porque ese dibujo es lo que te ha llevado hasta donde estás ahora. Fue el inicio de tu carrera, y es un recuerdo que quieres conservar. Lo mismo me ocurre a mí con Claudia, a pesar del pudor tan ENORME que me produce enseñártela así como está, en bruto.</i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b>Otra nota</b>: la imagen que acompaña a esta entrada no es mía (ya me gustaría a mí tener semejante talento). Pertenece a Eduardo Barragán. Si no lo conoces, tiene un <a href="http://italicaromana.blogspot.com/" target="_blank">blog superinteresante</a>, que te recomiendo visitar, en el que recrea con todo lujo de detalles la huella romana en el sur de la península ibérica, incluyendo Baelo Claudia. </i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Y ahora sí, por fin, aquí está el capítulo de esta semana. Recuerda que cada jueves podrás leer una nueva entrega en este blog. ¡Espero que te guste! ;-)</i></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">CAPÍTULO II</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Se
despertó durante la segunda vigilia y se incorporó en el lecho. Afuera, todos
dormían y Baelo era una ciudad muerta. Sólo el sonido de algún grillo cantarín
venía a romper, de forma intermitente, el silencio de la noche. Más allá, el
ruido de las olas estrellándose estrepitosamente en la orilla. A oscuras, la
ciudad proporcionaba una sensación de serenidad que en nada se parecía a la
algarabía que tenía lugar durante el día. Sin pensárselo mucho, Claudia acercó
un taburete a la cama y descansó sus pies sobre él antes de levantarse
definitivamente, debido a la altura de la cama. Se asomó a la ventana y, tras
comprobar que no había nadie despierto ni en la calle, ni en su casa, atravesó
de puntillas todas las estancias necesarias para llegar a la puerta principal.
Abrió ésta con sumo sigilo y, tras echar de nuevo una ojeada a interior y
exterior, salió y la cerró con el mismo cuidado. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Una vez se encontró fuera,
echó a correr velozmente sin mirar a ningún lado, sólo de frente, de frente, de
frente. A esas horas de la madrugada, las piedras de los edificios eran de
color negro con reflejos de luna, y proyectaban sombras aterradoras y alargadas
por encima de la cabeza de Claudia, aunque no era eso lo que más le preocupaba.
Si por casualidad tenía la mala suerte de ser vista a tan intempestivas horas,
en ropa interior, semidescalza y corriendo sola por la ciudad, se habría metido
en un buen lío, por no comentar que su ya de por sí vapuleada reputación
quedaría maltrecha para siempre. Pero siguió corriendo y corrió y corrió, así
hasta que llegó a las puertas del teatro. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Después de subir unos cuantos
peldaños, atravesó un angosto pasillo palpando las paredes con las manos para
que la piedra no rozase su piel. La luz de la luna la iluminó de nuevo al dejar
el pasadizo y se encontró sola en mitad de las gradas dispuestas a la izquierda
del escenario. De un salto subió a él y, una vez allí, se fue dando la vuelta
poco a poco, fantaseando con un público a sus espaldas. Tenía la carne de
gallina, y no era precisamente por el frío o por el silencio aterrador de la
noche. Se imaginaba allí subida otras muchas veces, recitando de memoria un
texto cualquiera, la verdad es que ni siquiera le importaba cuál, sólo le
importaba sentirlo, deleitarse con la pronunciación de cada palabra, tener,
aunque por unos instantes, más poder que los dioses, poder para hacer reír o
llorar a los demás cuando le apeteciera, en definitiva, poder para manejar los
sentimientos de los demás a su antojo y disfrutar con ello. Sólo quería SENTIR.
<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Quería perder absolutamente la razón, si
es que no la había perdido ya. Quería conocer cuán agridulce es ese veneno al
que llaman “odio”, y lo que significa amar por encima de todo. Quería saber qué
sintió Medea al matar a sus hijos, lo que hizo que Casandra se comportara de un
modo tan extraño, padecer en sus entrañas el odio de Electra y la repugnancia
de Yocasta. Pero también quería reír, reír siempre, y que la gente riera con
ella. Quería morir sabiendo que unos segundos después volvería a despertar…
Quería tener el privilegio de poder vivir otras vidas además de la suya, de la
que le había sido impuesta… Todo aquello iba a ser muy difícil e iba a costarle
un esfuerzo sobrehumano, pero finalmente lo lograría. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En la ciudad casi nadie
se tomaba en serio el teatro y lo consideraban una mera atracción pública.
Incluso los actores interpretaban como si estuvieran borrachos después de un
gran banquete. Aquel hombre, el tal Plauto, sí, había hecho mucho por el
desarrollo de la comedia en Roma, pero habría que verle a él sentándose a crear
algo medianamente complejo. Y con los cristianos acechando, no digamos. No se
sabía adónde iría a parar todo aquello, pero se auguraba un final muy negro si
las cosas no cambiaban pron…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Un
ruido lejano interrumpió los pensamientos de Claudia. Éste venía acompañado de
pequeñas luces llameantes procedentes, sin duda, de un buen número de
antorchas. Las lucecitas eran cada vez más grandes, y el ruido cada vez más
cercano, así que abandonó el teatro dejando atrás las emociones que la habían
embargado momentos antes y se dispuso a esperar hasta que el enigma se
resolviera por sí solo al entrar en la ciudad. Agazapada junto al muro de una
casa cercana al foro, una idea (qué día era hoy, qué día era hoy…) cruzó por su
mente de forma repentina (¡¡¡los <i>idus</i> de octubre!!!) cuando el ruido (de
pasos marchados, ahora podía reconocerlo bien) y las luces se encontraban casi
a su altura, pero sólo logró balbucir, sin que nadie la oyera:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
-¡Padre!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="mso-tab-count: 6;"> </span>***<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Frente
al templo de Isis, el galimatías de ciudadanos (y no ciudadanos) que celebraban
la fiesta militar de los trece días anteriores a las <i>calendas</i> de
noviembre, imposibilitaba la circulación por una de las vías más importantes de
la pequeña ciudad costera, la que ponía límite al foro en su parte norte. Hacía
sólo cuatro días desde que había acabado el período de combates por ese año y
los legionarios de Baelo habían regresado a su tierra. Ahora, era necesario
purificar las armas y simbolizar la muerte de la guerra mediante el sacrificio
del <i>caballo de octubre. </i>Las madres volvían a reencontrarse con sus
hijos, las esposas con sus maridos, los hijos con sus padres y las hermanas con
los hermanos, es decir, todas las familias que tuvieran algún miembro sirviendo
en el ejército por y para Roma, permanecerían juntas de nuevo hasta el próximo
mes de marzo, en el que se reiniciarían los combates. Era ésta, por tanto, una
época de unidad y celebraciones. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Uno
de los reclutas que había pasado su primera temporada fuera de casa y pretendía
ahora recuperar el tiempo perdido lejos del hogar, se acercó hasta la
escalinata de piedra que conducía a la entrada del recinto sagrado. Intentaba,
en vano, descubrir cuál era la razón de tanto revuelo. Dejándolo por imposible,
abandonó a la muchedumbre allí congregada y, sonriendo, se alejó en dirección
hacia el sur mientras sus ajetreados vecinos se cruzaban entre sí por delante y
por detrás de él. Siempre le había gustado pasear por Baelo en los días que
apretaba el calor, a pesar de los rostros sudorosos contra los que chocaba, a
pesar del hedor procedente de las factorías de salazón, incluso a pesar de la
picazón que los rayos del sol producían en su piel y en sus ojos, había algo
especial en la atmósfera de la ciudad en esos días, algo que podía percibirse
con tan sólo asomarse a una ventana, algo que parecía introducirse por todos y
cada uno de los poros de aquellas piedras tan antiguas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Sin
saber cómo ni por qué, se vio a sí mismo caminando entre la multitud y llegando
hasta la muralla. Por pura inercia, atravesó las puertas de la ciudad y siguió
desplazándose en línea recta durante un rato. Después, sintió quemándole los
pies la arena ardiente de la ensenada que penetraba por cada resquicio de sus
sandalias, y un poco más allá, un soplo de frescor le azotó la cara mientras,
más abajo, la arena se notaba más húmeda debido, obviamente, a la casi
alarmante profundidad del mar. Lejos de sus oídos quedaba ya el clamor de sus
paisanos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A
pocos pasos de donde él estaba situado percibió una presencia extraña que, a
juzgar por su expresión, debía de estar allí desde antes de que él llegara, sin
embargo no se había percatado hasta ahora. Giró ligeramente la cabeza hacia su
izquierda intentando disimular, en contraposición al descarado examen a que
estaba siendo sometido por parte de su acompañante. Sorprendido por lo que su
visión le reveló, observó, ya sin disimulos, no al niño malcriado o al anciano
solitario que hubiese esperado encontrar, sino a una muchacha algo más joven
que sonreía abiertamente y le miraba con curiosidad. Desde ese preciso instante
supo que uno de los recuerdos que ya nunca se le borraría y que se vería obligado
a llevar consigo al Hades cuando le llegara el turno, sería la magnífica
sonrisa de esa muchacha de cabellos cobrizos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Así
fue como Claudia conoció a Lucio.<o:p></o:p></div>
<br /></div>
Unknownnoreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-7206644336517696942020-02-06T14:40:00.000+01:002020-02-06T14:40:13.971+01:00CLAUDIA - Capítulo I<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV7rcQImoz9Erg6rP08Z5K90uWpBt2E-qUs93-_IhyEVBsCEjfEyRnZ-fmKJl4wIbbxSDYUCGjm7C_tr-Xj7GxPRVsubcNzTOQ1WRHQwxtPU_np7RsgGcTXtJkMmLQZla_bU2y93W0WC4/s1600/foro_baeloclaudia03.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="172" data-original-width="400" height="171" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV7rcQImoz9Erg6rP08Z5K90uWpBt2E-qUs93-_IhyEVBsCEjfEyRnZ-fmKJl4wIbbxSDYUCGjm7C_tr-Xj7GxPRVsubcNzTOQ1WRHQwxtPU_np7RsgGcTXtJkMmLQZla_bU2y93W0WC4/s400/foro_baeloclaudia03.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b>Nota</b>: te advierto que en el texto que estás a punto de leer hay errores tanto de estilo como ortotipográficos. Si quieres saber por qué, te recomiendo leer la entrada <a href="https://erikagael.blogspot.com/2020/01/nota-de-la-autora-la-mas-dificil-que-he.html" target="_blank">«Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)»</a>. Si no te apetece, te la resumo: este texto está sin editar. Como una canción sin arreglos o una película que aún no ha pasado por posproducción. Escribí esta historia a los diecisiete años, y aunque podría corregirla ahora, he preferido no hacerlo para conservar su esencia. Si fueses pintor, ¿retocarías aquel dibujo que hiciste con cinco años, y que tu madre colgó en la puerta de la nevera? Probablemente no, porque ese dibujo es lo que te ha llevado hasta donde estás ahora. Fue el inicio de tu carrera, y es un recuerdo que quieres conservar. Lo mismo me ocurre a mí con Claudia, a pesar del pudor tan ENORME que me produce enseñártela así como está, en bruto.</i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b>Otra nota</b>: la imagen que acompaña a esta entrada no es mía (ya me gustaría a mí tener semejante talento). Pertenece a Eduardo Barragán. Si no lo conoces, tiene un <a href="http://italicaromana.blogspot.com/" target="_blank">blog superinteresante</a>, que te recomiendo visitar, en el que recrea con todo lujo de detalles la huella romana en el sur de la península ibérica, incluyendo Baelo Claudia. </i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Y ahora sí, por fin, aquí está el capítulo de esta semana. Recuerda que cada jueves podrás leer una nueva entrega en este blog. ¡Espero que te guste! ;-)</i></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">CAPÍTULO I</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
A esas horas
el <i>cardo</i>, a la altura del foro, estaba atestado de gente. Una mujer
redonda y colorada intentaba, sin éxito, atrapar un pollo vivo por entre los
pies de la multitud y el polvo que estos levantaban, que le daba a la ciudad un
aspecto de mole uniforme de color rojizo. La mujer gritaba pero nadie le hacía
caso. A cuatro patas, pretendía vislumbrar a través de los miles de pares de
sandalias que pisoteaban la avenida algún elemento aleteando y con plumas. Sin
embargo, todos sus intentos resultaban inútiles. Cuando ya había perdido toda
esperanza y se disponía a abandonar la búsqueda con resignación, alguien, un
hombre, dijo:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.25pt; text-align: justify;">
-Señora,
disculpe pero… se ha ido por ahí.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.25pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
Las sandalias
señalaban hacia la izquierda así que, la mujer, sin levantarse siquiera, optó
por continuar el recorrido hacia la dirección que la voz desconocida le había
indicado.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
-Gracias…,
gracias…- se la oyó murmurar con la cabeza baja, sin molestarse ni por un
momento en alzar la vista a modo de agradecimiento hacia su guía. O al menos a
modo de curiosidad. No, el pollo era más importante. No podía llegar a la casa
con las manos vacías y con vistas al banquete que tendría lugar esa misma
noche, y además sin un mísero sestercio en el bolsillo de su manto. A su edad,
no podía permitirse ese tipo de lujos. Llevaba toda su vida siendo esclava y,
ahora que ya le quedaba poco para que el fiel Caronte la esperase en su barca
ávido de una moneda, no quería ni pensar en lo que supondría quedarse sin su
“empleo”. Sabía que su persistente gordura, así como sus años de más, los
mismos que ahora la desacreditaban a los ojos de su ama en pos de esclavas más
jóvenes y ágiles, dificultarían hasta casi lo imposible una nueva venta y un
nuevo amo en el mercado. Y con los colonos acechando, el asunto adquiría tintes
aún más negros. No sabía por qué extraña razón, los esclavos, fieles,
serviciales, obedientes y, por qué no decirlo, donosos de prestigio, habían
pasado a un segundo plano en cuando se habían comenzado a vislumbrar en el
horizonte las figuras de esos malnacidos colonos. Y eso que allí estaban en una
ciudad pequeña y la afluencia era prácticamente mínima… No quería ni imaginar
cómo estaría la situación en la capital. ¡¡¡Aaaahhh!!! Roma ya no era la misma.
Como ella. Ya no servía para nada, pensó con amargura mientras se deslizaba a
duras penas por entre las piernas de sus vecinos, ni siquiera para atrapar
¡¡¡UN MALDITO POLLO!!!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
De repente,
un revuelo captó su atención a pocos pasos de allí. Intuyendo lo que podría
suceder, se levantó del suelo inmediatamente con una celeridad rara en personas
de su misma magnitud. Con igual velocidad se acercó a un grupo de gente que,
unos gritando, otros riendo, impedían su visión completa de la escena que allí
tenía lugar. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
¡¡¡EL
POLLO!!! El pollo había ido a parar a los pies de una joven con la cabeza
repleta de bucles cobrizos y aleteaba sin cesar a su alrededor levantando los
pliegues finales de su túnica, los cuales terminaban por cubrirlo a modo de
refugio. La joven sonreía.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
-¡Gracias,
niña, por los dioses!- dijo la mujer mientras, apresuradamente, agarraba el
animal entre sus manazas de dedos gruesos y sucios y lo ocultaba entre los
dobleces de sus vestiduras a la altura del pecho.- gracias…, gracias…,
gracias…- seguía susurrando en tanto que se alejaba con pasos cortos y decididos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
Una vez se
hubo disuelto el grupo, sus componentes, taciturnos, dejaron de reír y de
gritar e, indiferentes, se encaminaron hacia sus respectivos destinos, aquellos
que habían apartado momentáneamente al percibir un posible motivo de diversión
en el pollo. Ahora, unos se dirigían con las mercancías hacia sus casas, otros,
hacia el mercado y, finalmente, los que más, no sabían con certeza ni hacia
dónde iban. Sólo una figura permanecía quieta en el mismo lugar y la misma
posición que momentos antes cuando…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
-¡Claudia!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
…y entonces
una cascada de bucles cobrizos se giró golpeando el aire.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
-¡Drusila!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
La joven
sonreía.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.25pt;">
***</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.25pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Después de la
luz, la oscuridad. Y después, otra vez la luz.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<b><span style="font-size: large;"></span></b><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Claudia abrió
con cuidado la puerta de la <i>domus</i> y, al cerrarla de nuevo a sus
espaldas, todo el bullicio exterior propio de una mañana de mercado pareció
esfumarse junto con los rayos del sol. Entre sombras, atravesó el corredor y un
golpe de luz le dio en la cara. La abertura en el techo le permitió contemplar
durante unos segundos las paredes del atrio. Los mosaicos de tonos fríos que
las recubrían, unidos a las cuatro columnas corintias de color azul que
soportaban la carga del <i>compluvium</i> le recordaban el mar. Y por encima de
todo, el silencio. No, el silencio no. El murmullo del agua. Sí, el murmullo
del agua también le recordaba el mar. El mar… Ese mar con el que tenía el
privilegio de deleitarse cada vez que abría la puerta… No el mar del que
presumían los romanos, no. SU MAR. Mejor dicho: SU OCÉANO. El Atlántico. Con sólo
echar a correr, podía sentir sus frías aguas rozando sus pies, empapando los
bajos de su túnica, y permanecer así horas y horas, dejándose llevar y
olvidándose para siempre del ruido de Baelo, los chismorreos, los gritos, el
CAOS.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Abrió los ojos
y continuó caminando. Supuso (y solía suponer bien) que su madre estaría
bordando en una de las habitaciones contiguas al peristilo, así que prefirió
pasar de largo ante la puerta de todas. No tenía ganas de verla. Hoy no. Ni de
verla, ni de aguantar sus sermones una vez más. Estaba de buen humor y no
quería estropearlo. Había salido sin decir nada y sin pedir permiso, por lo que
calculó que su madre llevaría disgustada desde el mediodía. No le gustaba que
saliera sola, y menos que se <i>mezclara con plebeyos. </i>Y Claudia no
entendía muy bien por qué. Bueno, sí lo entendía. Porque estaba mal visto.
Porque la gente hablaría de ella. Porque mientras su padre siguiera fuera nadie
podría defenderla. Y porque si continuaba así, nunca encontraría un marido
decente. Más bien, lo que Claudia no entendía era precisamente eso: por qué
estaba mal visto, por qué la gente iba a molestarse en hablar de ella en vez de
entrometerse en sus propios asuntos, por qué nadie podía defenderla (tampoco
por qué su padre se encontraba continuamente en el frente si no había guerra,
al menos hasta donde ella sabía), ni por qué su comportamiento podía resultar
nocivo a la hora de que alguien quisiese casarse con ella. Supuso (y solía
suponer bien) que este último aspecto era el que en realidad más le importaba
(e interesaba) a su madre. ¡¡Tenía unas ganas de perderla de vista…!! Pero
mientras tanto, se armaba de paciencia y se esforzaba en seguir disimulando su
infinita abnegación maternal.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Claudia había
cruzado ya casi todo el jardín cuando, de repente (¡oh, no!):<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-¿Claudia?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
La muchacha
dio media vuelta y tropezó con unos inmensos ojos azul grisáceo que la miraban
acusadores. Su madre, alta y delgada, se apoyaba sobre el costado izquierdo en
la jamba de la puerta. Vestía sobre la túnica una <i>stola</i> de color
aguamarina que la identificaba como una mujer honrada y bien casada. Su hija no
lograba descifrar si fruncía el ceño o arqueaba las cejas, debido a lo afiladas
y curvadas que tenía éstas. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-¿Sí, madre?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
-¿No tienes
nada que decir?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
Claudia guardó
silencio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-¿Te parece
bien lo que has hecho?- esta vez ni siquiera aguardó respuesta.- ¡¡¿Hasta
cuándo, Claudia?!! ¿Hasta cuándo vas a seguir dándome disgustos? ¿A mí, a tu
pobre madre que se preocupa por ti y por tu reputación?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
La joven, sin
pronunciar palabra, se mantenía quieta como la estatua del emperador que había
en el centro del foro y miraba a su madre con semblante inexpresivo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-¡Te he
repetido hasta el cansancio que no debes salir sola de casa, y muy menos para
ir a <i>mezclarte con plebeyos</i>! ¡¿Es que quieres que te contagien algo?!
Además, con los pozos de salazón tan cerca, seguro que está todo lleno de
insectos, y ratas y pájaros y moscas y palomas y… ¡POBRES!- Antonia ponía cara
de repugnancia para dar mayor énfasis a sus palabras, aunque su hija no creía
que le costase mucho trabajo.- Sabes que esas escapadas tuyas sólo nos pueden
traer problemas. Está muy mal visto que haga eso una jovencita de buena familia
y la gente puede empezar a decir cosas… Además, recuerda que estoy yo sola a
cargo de la casa y los esclavos; no tienes a tu padre para defenderte. ¡Y si
sigues comportándote de ese modo impertinente ningún hombre rico y apuesto se
querrá casar contigo, y tendrás que conformarte con algún viejo mediocre y
borracho o quedarte soltera de por vida! ¡Ya tienes dieciséis años, Claudia, no
podemos perder más tiempo con ese tema!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Como hablando
para sí y dando cortos paseos a un ladooooo… y a otrooooo…, Antonia añadió:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-Eso sí que no
estoy dispuesta a permitirlo; no quiero más escándalos en esta casa. Antes
prefiero que entres al servicio de la sagrada Vesta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Ante la cara
de horror de su hija, dijo con una media sonrisa:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-No, no me
mires así, en caso de no encontrar marido no te quedará otra opción.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-¡Pero… yo
quiero ser actor!- protestó Claudia.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-Deja de decir
sandeces, por favor. Lo que me faltaba. ¿Es que quieres matarme? Las mujercitas
de buena familia COMO TÚ, sólo deben pensar en encontrar un marido con una dote
razonable que las trate medianamente bien; así me pasó a mí con tu padre y así
harás tú, ¡por Apolo! Si luego surge el amor, mejor, pero eso son tonterías
secundarias. ¡¡Sólo las rameras se dedican al teatro!!<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Claudia se dio
la vuelta y cruzó los brazos mientras lanzaba furiosas miradas al tejado. En
ese preciso instante su hermano pequeño salía por otra de las puertas de madera
labradas que daban al jardín y no quería que la viera en ese estado, enfadada
con el mundo. Oyó a su madre decir a sus espaldas:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-Recuerda lo
que te he dicho. Ahora voy a continuar con mis labores y después descansaré un
rato. No quiero que me molestéis así que, Claudia, haz el favor de vigilar a tu
hermano y procura que no grite.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
A estas
palabras siguió el ruido de una puerta al cerrarse y, luego, el silencio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
-Claudia…,
¿estás enfadada?- oyó tras de sí mientras una manita pegajosa agarraba la tela
de sus ropajes y tiraba de ellos hacia abajo. A una ternura así nadie podría
resistirse…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.25pt;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Claudia lo
negó meneando la cabeza y sonrió. Tulio tenía los cabellos rizados, como ella,
pero de un color más oscuro. No le llegaba a su hermana ni a la cintura, a
pesar de que hacía ya seis años que estaba sobre la Tierra y, por lo tanto,
pronto tendría que acompañarse de un pedagogo y asistir a las lecciones del <i>ludi
magister</i>. De su cuello pendía la <i>bulla</i>, con la que jugueteaba descuidadamente.
“Qué suerte tienes”, pensaba Claudia, “tú podrás hacer lo que quieras”. Pero
Tulio no tenía la culpa de nada, así que lo cogió en brazos (¡¡uf, cuánto
pesaba!!) y se fue con él a jugar mientras ambos sonreían.<o:p></o:p></div>
Unknownnoreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-48937958396041568302020-01-30T16:52:00.000+01:002020-04-16T13:09:12.720+02:00Nota de la autora (la más difícil que he escrito nunca)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0zh6eRzKIGCTe2Mv4Jnwe1XBfdssjDqO5QzmVZSEAwoEcYN3DqHoL0s7nEqPOCOzZ2u2aYIJuBDyfAUD9nRGDglu1j3jj7jKz_wUwYP5UGvgWHannxznyq1gITcokQTqqf6_-UMzOUq0/s1600/photo5873080839561130743.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="851" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0zh6eRzKIGCTe2Mv4Jnwe1XBfdssjDqO5QzmVZSEAwoEcYN3DqHoL0s7nEqPOCOzZ2u2aYIJuBDyfAUD9nRGDglu1j3jj7jKz_wUwYP5UGvgWHannxznyq1gITcokQTqqf6_-UMzOUq0/s400/photo5873080839561130743.jpg" width="265" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Allá por el 2018, cuando cumplí diez años como escritora «profesional», quise celebrarlo compartiendo la obra que había sido el embrión de toda mi carrera posterior: <i>Claudia</i>. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Antes de ella habían venido otras, claro: redacciones escolares, como todos; cuentos sin ninguna pretensión para sobrellevar aquellos meses de julio en un pueblo remoto (el pueblo que acabó llevándome hasta Claudia, de hecho); artículos para alguna publicación del instituto, obras de teatro que empezaba y nunca acababa… Llevo escribiendo toda la vida. Incluso cuando aún no sabía que quería ser escritora de mayor, escribía. Incluso cuando quería consagrar mi vida al teatro, escribía. Incluso cuando no sabía que escribía, estaba escribiendo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sin embargo, <i>Claudia </i>marcó un antes y un después. Fue la primera a la que logré colocarle el ansiado punto final. La primera que me atreví a compartir con mi entorno. La primero que osé, incluso, presentar a un certamen literario (cada vez que pienso lo mucho que tuvo que reírse el jurado…). No iba en serio, o al menos yo nunca lo consideré un proyecto serio, como sí ocurrió a partir de ese 2008 que utilizo como marca en el calendario. Pero, a pesar de eso, <i>Claudia </i>sentó el precedente de lo que vendría después. Sobre todo, porque fue la primera vez que me permití a mí misma soñar que era posible. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Escribí esta historia en el invierno de 2003, cuando tenía diecisiete años. Exactamente la mitad de los que tengo ahora. Por aquel entonces, como ya he dicho, yo no quería ser escritora, sino actriz. Y, aun así, la forma de canalizar todo lo que sentía, el modo de dar vida a mis sueños era a través de la escritura. Cuando, un par de años después, mi sueño de dedicarme a la interpretación se rompió, por motivos que no vienen al caso, <i>Claudia </i>cayó en el ostracismo. Mi vida y mi carrera tomaron otros derroteros, y me olvidé, o me empeñé en olvidar a aquellas dos chiquillas, ella y yo, que lo único que querían era vivir, vivir de verdad, encima de un escenario. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hasta que en 2018 se me ocurrió que resucitarla (al menos a la ficticia) podría ser una buena forma de celebrar que había acabado dedicándome a lo único que había estado siempre conmigo. Mi constante. La literatura. Pero entonces, por más que la busqué, <i>Claudia </i>no apareció. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Yo estaba plenamente convencida de que había un ejemplar en papel (entiéndase «ejemplar en papel» como «unas cuantas fotocopias unidas por un canutillo») en casa de mis padres, pero por más que lo busqué, no apareció. Tampoco hubo forma de rastrear su huella digital, ni en discos duros externos, <i>pendrives </i>antiguos ni en correos electrónicos de aquella época. No se lo conté a nadie, pero, en mi interior, lloré a Claudia y me resigné a haberla perdido. Que soy un desastre para la tecnología no es un secreto para nadie, y no era la primera vez que me pasaba algo así, por lo que preferí no darle más vueltas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hasta que, apenas un par de meses después de la resignación, llegó la sorpresa. Una amiga de la infancia, una de esas a las que el destino sienta en el pupitre contiguo cuando empiezas al cole y que acaban estando presentes en todos los momentos importantes de tu vida, me etiquetó en una publicación en Facebook. Era una foto. «¡Mira lo que he encontrado rebuscando entre cajas viejas!», me decía. En la foto se veían unas cuantas fotocopias unidas por un canutillo, con el título <i>CLAUDIA </i>impreso en Arial Bold. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Se me paró el corazón, no os lo voy a negar. Habían pasado tantas cosas desde <i>Claudia</i>, había permanecido tanto tiempo en el olvido, que yo ni siquiera recordaba que en un momento de mi vida llegué a sentirme tan orgullosa de ella que quise compartirla con el mundo, y que le había regalado un «ejemplar» a mi mejor amiga, que, para colmo, ella había sabido conservar mejor que yo…</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por supuesto, la llamé enseguida y le expliqué lo que pasaba. Al día siguiente, recibí un documento escaneado en mi bandeja de correo electrónico (¡un millón de gracias, Bea!). Para entonces, ya había empezado 2019, por lo que mi idea de celebrar con <i>Claudia </i>los diez años de carrera como escritora ya no tenían mucho sentido, pero me prometí que, más pronto que tarde, la devolvería al lugar que le correspondía. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sin embargo, los meses fueron pasando. Que si la agenda está llena, que si no doy abasto, que si ahora la promoción de <i>Hielo </i>es más importante, que si necesito centrar mi cabeza en un proyecto nuevo… Y siguieron pasando; con <i>Claudia</i>, otra vez, en el fondo del cajón. Durante un tiempo me machaqué (soy escritora; machacarme es, con diferencia, lo que mejor se me da en el mundo) por haber vuelto a relegarla a un segundo plano, por no sacar tiempo para mis letras, por… por… por… Ahora entiendo, una vez más, que las cosas siempre pasan por algo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
2019 no era el año para <i>Claudia </i>por una sencilla razón: lo iba a ser 2020. Tenía que ser 2020. Porque, aun de forma inconsciente, aquel proyecto nació para darle aliento a la niña de diecisiete años que soñaba con ser actriz, y el proyecto en el que estoy inmersa ahora le va a permitir a esa niña, muchos años después, reconciliarse con el sueño que se rompió. Y no me parece una mala forma de cerrar el círculo, ni tampoco creo que sea casualidad. Nunca nada es casualidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Una vez «rescatada», se presentó ante mí la duda de qué hacer, desde el punto de vista formal, con <i>Claudia</i>. Evidentemente, la que escribió aquella historia era otra Érika, una que ni siquiera se llamaba así, y las carencias literarias son inmensas. Había dos posibilidades: reeditar la historia con todo lo que he aprendido en diecisiete años acerca de estilo, técnica, ritmo narrativo, estructura, etc., o preservarla tal y como está, como si fuese una delicada pieza de museo que no hay que tocar y que debe someterse a controles férreos de temperatura y de exposición a la luz. Después de darle muchas vueltas, me decidí por lo segundo. Tocarle una sola coma a <i>Claudia </i>desde el hoy implicaría emborronar el propósito para el que surgió en el ayer, reventarle la ingenuidad a golpe de control de cambios. Por eso, pido perdón de antemano por los errores que hay en el texto, pero espero que entendáis mi decisión. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y nada más. Solo me queda, antes de devolverla a la vida capítulo a capítulo (iré compartiendo uno cada semana en el blog), desearos que disfrutéis de esta historia tan importante para mí; esta historia por la que siento un aprecio que va mucho más allá de lo profesional, y que, como decía en su día la nota de autora original, «fue soñada en las ruinas de Baelo Claudia el primero de agosto del año 2000 d. C.».</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Muchas gracias. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Unknownnoreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-71276892907796587242018-12-10T10:34:00.003+01:002018-12-10T10:34:48.126+01:00HIELO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2KUl7K0CF2Aiopo-_2HAPOg4xb43ZZN8WSFNAvpDH_nRthU0BjsYHeRvZ8WWHAKXw5sPFEBX8y_UQ96P9nxm7Ui3_t0H_W766WnPd5pBR5n-hd3GYHiMBLtdj5aNzaVvIb1CfxE6H5rA/s1600/portada_hielo_front.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1047" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2KUl7K0CF2Aiopo-_2HAPOg4xb43ZZN8WSFNAvpDH_nRthU0BjsYHeRvZ8WWHAKXw5sPFEBX8y_UQ96P9nxm7Ui3_t0H_W766WnPd5pBR5n-hd3GYHiMBLtdj5aNzaVvIb1CfxE6H5rA/s400/portada_hielo_front.jpg" width="261" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
«<b>Mi nombre es Suzanne Boucher</b> y nací en Canadá hace diecinueve años. Durante trece de ellos, viví y resplandecí sobre el hielo, entregada en cuerpo y alma a él.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hasta que en mi prometedora carrera en el patinaje se abrió una grieta tan ancha como la distancia entre Montreal y San Petersburgo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Mi nombre es Suzanne Boucher</b>. Ahora vivo en Rusia. Durante un año, trato de resistir bajo el hielo, sepultada por él, asfixiada por él.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y ese único año me cambiará para siempre, igual que la estela profunda que deja tras de sí la cuchilla al aterrizar de un triple Axel.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Mi nombre es Suzanne Boucher</b> y esta soy yo: pasión y esfuerzo. Nostalgia y cobardía. Sueños que quizá se cumplan y sueños que quizá no. La huella de un amor. La memoria de un deporte tan devastador como hermoso».</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Una novela de ficción deportiva sobre el coste de los sueños, el crecimiento personal y el paso a la madurez.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<b><a href="https://amzn.to/2RjpU18" target="_blank">A LA VENTA EN AMAZON A PARTIR DEL 12 DE DICIEMBRE</a></b></div>
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<i>El 5% de los beneficios obtenidos por la venta de este libro irá destinado a la campaña de crowdfunding organizada por <a href="http://subastas.doctorpatin.com/" target="_blank">Hielo Español</a> para ayudar a los patinadores españoles. </i></div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-17823890825735835242016-08-26T09:37:00.001+02:002016-08-26T09:41:59.910+02:00Cómo conocí a vuestro tío - Parte XVII: La teoría de las aceitunas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4PgizILiLr67KMaEzvV8kww66lgvhBwR_Isvvxq3vT1dWnbcqH1EPjYNBr0X-YA4cmHCqb-J9PPafrAvh81_1BcehNBuAsDG7y09wYtBjfVHKFIcJVXZLl-SIkHZeA0X2NpJ7d03iXFA/s1600/Carla+y+Nico+097.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4PgizILiLr67KMaEzvV8kww66lgvhBwR_Isvvxq3vT1dWnbcqH1EPjYNBr0X-YA4cmHCqb-J9PPafrAvh81_1BcehNBuAsDG7y09wYtBjfVHKFIcJVXZLl-SIkHZeA0X2NpJ7d03iXFA/s400/Carla+y+Nico+097.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><span style="font-size: small;"><i>Fotografía: Fran Decatta</i></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><span style="font-size: small;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Chicos,
os voy a contar una última historia. Es la última, lo prometo; después os
podréis marchar a jugar, como lleváis deseando hacer toda la tarde (¿en serio
solo han pasado unas horas? Tengo la sensación de no haber parado de hablar en casi
dos meses…). Además, para vuestra tranquilidad, esta historia no contiene besos
ni cursilerías, también lo prometo. Simplemente os quiero hablar de la teoría
de las aceitunas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima";">La
teoría de las aceitunas apareció por primera vez en una serie de televisión (¡sí,
esa! Esa en la que un padre entrado en canas les cuenta a sus hijos adolescentes,
sentados con cara de aburrimiento sobre un sofá, la interminable historia de
cómo conoció a su madre. ¿No os suena de algo?), y viene a decir que las
parejas perfectas son aquellas en las que uno de sus miembros adora las
aceitunas y el otro las detesta.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; text-indent: 35.4pt;">Para mi generación, la
teoría de las aceitunas es el baremo más fiable para predecir el éxito sentimental
que puede existir. Y a vuestra tía Clara, chicos, como ya sabéis, no hay nada
en el mundo que le guste más que las aceitunas.</span><span style="font-family: "ebrima"; text-indent: 35.4pt;"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; text-indent: 35.4pt;">Mi
última historia tiene que ver con las aceitunas y, como ya os anticipé durante
la primera, con el destino y con cómo las piezas siempre acaban encajando unas
en otras aunque no seamos conscientes de ello. Porque, al echar la vista atrás, me doy
cuenta de que si nunca hubiese conocido de primera mano lo que significa estar
enganchada a alguien, nunca habría conocido de primera mano lo que es que ese
alguien del que estás enganchada te vuele el corazón en pedazos, nunca me habría
conectado a Internet en una tarde lejana de angustia y soledad, nunca habría
conocido a las Zorras, nunca habría aparecido el chico de la camiseta azul,
nunca habría formado parte de aquella locura de la caravana de mujeres </span><i style="font-family: Ebrima; text-indent: 35.4pt;">online</i><span style="font-family: "ebrima"; text-indent: 35.4pt;">, nunca me habría registrado en
aquel foro y nunca habría sabido de la existencia de vuestro tío Nino, al que,
como ya sabéis, chicos, no hay nada en el mundo que le horrorice más que las
aceitunas.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima";">Y así es como termina la historia de
cómo conocí al hombre de mi vida y de por qué mañana me voy a casar con él. </span></div>
Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-51756077412658618732016-08-23T10:00:00.000+02:002016-08-23T10:02:06.474+02:00Cómo conocí a vuestro tío - Parte XVI: Tenerife<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4FEMgMBPMPmi-j2BrvxJ3dLGYBbMVIf1fLx6n47bVp7rbYrgPsobj26LaEPbU9RdyB87C8o9T1eU753sAq4qBU584FxmDq1DBQHJLEDwldAKB4iZ1CSiOiq0f2eM86W_SbpYo8voSuDo/s1600/12414286FD.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4FEMgMBPMPmi-j2BrvxJ3dLGYBbMVIf1fLx6n47bVp7rbYrgPsobj26LaEPbU9RdyB87C8o9T1eU753sAq4qBU584FxmDq1DBQHJLEDwldAKB4iZ1CSiOiq0f2eM86W_SbpYo8voSuDo/s400/12414286FD.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Chicos, siempre que
alguien nos pregunta por qué vivimos en Tenerife, por qué finalmente fui yo la
que hizo las maletas y se plantó en una isla en medio del Atlántico con un
perímetro de trescientos cuarenta y dos kilómetros y un volcán que ocupa casi
la mitad, los dos nos apresuramos a dar la misma respuesta preestablecida. «Por
cuestiones de trabajo». «Porque Nino tenía un trabajo fijo en la isla, y yo no
tenía un empleo estable ni perspectivas de ello en ninguna otra parte». <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"> Es
mentira, chicos. La verdadera razón por la que hice las maletas y me planté en
una isla en medio del Atlántico con un perímetro de trescientos cuarenta y dos
kilómetros y un volcán que ocupa casi la mitad no tuvo absolutamente nada que
ver con nuestras respectivas salidas laborales, y os la voy a contar:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"> No
es un secreto para nadie que los primeros meses de relación entre vuestro tío
Nino y yo fueron, de un modo inesperado y esperable a la vez, bastante
complicados. Y no solo debido a la distancia y al hecho de que únicamente podíamos
vernos de vez en cuando, en Oviedo o en Madrid, sino porque creo que a los dos
nos llevó nuestro tiempo asimilar que el otro ya no era solo un amigo virtual,
sino nuestra pareja oficial. Y, aunque hubo muchos momentos inolvidables a lo
largo de esos primeros meses, aunque ambos estábamos seguros de querer
intentarlo, de probar suerte y llevar nuestra relación un paso más allá, también
hubo muchos momentos incómodos, tensos y frustrantes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"> Hasta
que llegó la Semana Santa de 2010, yo volé por primera vez a Tenerife para
pasar las vacaciones con vuestro tío y, entonces, todo cambió. Porque durante
aquellos cinco días increíbles me enamoré por completo del Nino de verdad, ese
que solo muestra con las personas que son dignas de toda su confianza. El Nino
que yo descubrí durante aquellas vacaciones jugaba en casa por primera vez, y
por eso berreaba canciones de Disney en el coche, bebía Aloe King por litros,
me preparó con sus propias manos un plato de costillas con papas, me convirtió
en adicta al mojo, me llevó a conocer todos los rincones en los que había
crecido y corrió bajo la lluvia de La Laguna solo para comprar un <i>kebab</i> en Casa Peter («el mejor de la
isla, amor, es el mejor de la isla. Tienes que probarlo») que acabamos
devorando en el bochorno asfixiante de la playa de Las Teresitas. Hizo que me
enamorara de esta isla sin remedio y de la persona que es él cuando está en
ella. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Nadie sabrá nunca lo mucho
que me costó subir al avión que me llevó de regreso a Asturias cuando las
vacaciones tocaron a su fin, ni la cantidad de veces que me di la vuelta en las
escaleras mecánicas del aeropuerto con la indecisión dibujada en la cara. Al
final me marché, claro, porque tengo el sentido de la responsabilidad
incrustado en el hipotálamo desde que nací, pero lo hice sabiendo que algún día
volvería para quedarme. Con la certeza de que cuando nuestros caminos pudieran unirse
en uno solo, lo harían en Tenerife. Que quería disfrutar de ese Nino todos los
días de mi vida. Que él no sería totalmente feliz en ningún otro lugar, y yo
tampoco.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; font-size: 11pt; line-height: 115%; text-indent: 35.4pt;">Y así fue. Y así es. </span></div>
<br />Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-72325536932699638842016-08-19T10:19:00.000+02:002016-08-19T16:39:17.388+02:00Cómo conocí a vuestro tío - Parte XV: Medicentro Gijón 28-25 BM Puerto Cruz<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNY7IoGs4LKIubYsvXTstWHp_wdo20D6SHryLlfyWu4Psx6mVLGnlb0aq9C-0OJVCBXtIltrSCNfnfzDu45siM537qliqVfDCVL00c6CAuIX79wsZmnsq2GXpm_3ynGg6P_pgeH6Zi8Xc/s1600/palacio-los-deportes-gijon-sera-sede-copa-del-rey-balonmano-1429110684787.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="248" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNY7IoGs4LKIubYsvXTstWHp_wdo20D6SHryLlfyWu4Psx6mVLGnlb0aq9C-0OJVCBXtIltrSCNfnfzDu45siM537qliqVfDCVL00c6CAuIX79wsZmnsq2GXpm_3ynGg6P_pgeH6Zi8Xc/s400/palacio-los-deportes-gijon-sera-sede-copa-del-rey-balonmano-1429110684787.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Chicos, ha habido dos
ocasiones en mi vida en las que me he sentido tan nerviosa que en las dos creí
que nada podría evitar el colapso, y lo curioso es que ambas tuvieron lugar con
apenas unos meses de diferencia. Una de ellas fue cuando presenté <i>Faery</i>, mi primera novela, delante de
toda mi gente y de un montón de desconocidos en la Feria del Libro de Oviedo.
La otra había ocurrido solo unos meses antes, en Gijón, y fue el día en que
vuestro tío Nino y yo nos vimos en persona por primera vez. Porque sí, chicos,
todo lo que os he contado hasta ahora es la historia de dos extraños separados
por dos mil kilómetros de distancia. Increíble, ¿verdad?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">El 3 de octubre de
2009, el equipo en el que vuestro tío Nino jugaba como pivot por aquel
entonces, el Balonmano Puerto Cruz, se desplazó hasta Asturias para medirse
frente al Medicentro Gijón. Pero hay algo que los cronistas, periodistas
deportivos y aficionados no os relatarán jamás acerca de aquel partido, chicos.
Ninguno de ellos os podrá decir nunca que una hora y media antes del partido yo viajaba en un Alsa entre Oviedo y Gijón, con el pulso acelerado y la nuca
empapada en sudor frío. Ellos tampoco os hablarán del momento en el que vuestro
tío Nino, ya convocado en el pabellón junto al Piles, me llamó para preguntarme
por dónde iba, ni de la forma en que yo le mentí descaradamente, diciéndole que
me quedaban apenas diez minutos de camino cuando en realidad estaba en el
extremo opuesto de la ciudad. Nadie os contará cómo corrí por el maldito Muro
para llegar a tiempo, ni os podrán describir el escalofrío que me recorrió
cuando Nino, tan nervioso como yo o más, me llamó una segunda vez para decirme,
con voz temblorosa, que ya podía verme caminando a toda prisa entre los árboles
de la avenida. Vuestro tío Nino y su vista biónica… Yo, chicos, iba sin gafas.
Ya sabéis cómo funciona eso, ¿no? Estuve a punto de darme de bruces contra el
polideportivo antes de verlo a él. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">El 3 de octubre de
2009, el BM Puerto Cruz se desplazó hasta Asturias para medirse contra el
Medicentro Gijón. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Perdió de tres. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Pero a todos nos dio
igual. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Porque jamás
recordaremos ese partido por el resultado, sino por todo lo demás. Las primeras
miradas. Las primeras caricias. Los primeros besos. Las primeras sonrisas. Las
primeras fotos. Las primeras sensaciones. El tío Nino dejó de ser un perenquén
en la pantalla, partidas de Buscaminas en el Messenger, horas de payasadas a
través de la webcam y SMS archivados hasta el infinito en la memoria del móvil para
convertirse justamente en eso: en vuestro tío Nino. Y mañana los dos firmaremos
para que siga siéndolo durante mucho tiempo más. Todo el tiempo que quiera.
Todas las vidas que quiera. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Os prometo, chicos, que
he tenido que tirar de hemeroteca para poder narrar este capítulo, porque yo no
me acuerdo de nada. Los sesenta minutos de juego pasaron para mí en una
nebulosa extraña y vertiginosa en la que solo veía a vuestro tío Nino correr de
un lado a otro y acumular tarjetas, algo que con el tiempo aprendí que hacía
para autoexpulsarse cuando ya no podía con su alma (y no, ni siquiera ese día
cambió su rutina para impresionarme. Vuestro tío es así). Lo que sí recuerdo a
la perfección son las reacciones de sus compañeros de equipo cuando me vieron
aparecer en el pabellón; la mirada alucinada de los que no sabían nada; los
aplausos y ovaciones de los que ya estaban enterados de todo. Ese día aprendí
que solo hay una cosa en el mundo capaz de provocar más vergüenza que darle un
primer beso al chico al que conoces desde hace más de dos años y al que nunca
has visto en persona: hacerlo delante de toda la plantilla de un equipo de
balonmano. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Tras aquel primer
partido, y tras la primera despedida, apurando cada segundo al pie del autobús
que los trasladaría al aeropuerto (la primera de muchas despedidas amargas que
iríamos acumulando con los años entre estaciones y aeropuertos), vuestro tío
Nino me contó que, al subirse a la <i>guagua</i>,
sus compañeros lo recibieron con vítores y gritos triunfales. ¡Y eso que
perdieron de tres! <o:p></o:p></span></div>
Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-80038169197848492262016-08-16T10:30:00.000+02:002016-08-16T10:30:49.657+02:00Cómo conocí a vuestro tío - Parte XIV: Venecia<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0JvHapDn-PwZiDYeTN_lHq3DhyvdlCHA6-eFOGU_yISRx6stx5piTADkIzntva_SbPU-jZQrGQq5cGfxdQTZ3fIYkzfin4klGbtKkwj0lrt8SyEMmcr8w_erYW6rgK0X8QGtBbgOFtQw/s1600/2438893993_5a10f38d90.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0JvHapDn-PwZiDYeTN_lHq3DhyvdlCHA6-eFOGU_yISRx6stx5piTADkIzntva_SbPU-jZQrGQq5cGfxdQTZ3fIYkzfin4klGbtKkwj0lrt8SyEMmcr8w_erYW6rgK0X8QGtBbgOFtQw/s320/2438893993_5a10f38d90.jpg" width="215" /></a></div>
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span>
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Chicos, vuestro tío
Nino me dijo que me quería por primera vez (sin la coletilla en la que
especificaba que “solo como amiga”) en Venecia, algo que, se mire por donde se
mire, no puede resultar más romántico. El problema es… que vuestro tío no
estaba allí. Solo yo estaba en Venecia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Unos días antes, me
había visto obligada a salir de la burbuja de amor que estaba empezando a
compartir con Nino para embarcarme en el viaje de fin de carrera que mis
compañeros y yo llevábamos meses planificando: un crucero por el Adriático y el
Egeo que zarpaba, precisamente, desde Venecia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Allí, mientras
arrastraba conmigo la inexplicable sensación de echar de menos el tacto de
alguien a quien no había tenido ocasión de acariciar jamás, en una de las
calles aledañas a la Piazza San Marco, rodeada de soportales y de turistas,
entre una librería de segunda mano y una joyería especializada en cristal de
Murano, recibí el mensaje que cambió para siempre el curso de nuestra relación.
Un mensaje en el que, por azares del destino, vuestro tío no decía que me amaba
de forma premeditada y consciente, sino que se le escapó en un juego de
palabras. En el momento en que lo leí, las hordas de turistas que me rodeaban
frenaron en seco; el tiempo se detuvo en seco; yo me paré en seco. La hermosura
de Venecia dejó de existir. Y, mandando a la porra el <i>roaming</i>, le envié dos mensajes, uno tras otro. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">El primero, como no
podía ser de otra forma, fue para burlarme por su desliz.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">El segundo fue mucho
más breve. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">«Yo también a ti».<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">A partir de ese momento,
el resto del viaje se convirtió en una amalgama sin sentido de lugares a los
que soñaba con volver algún día con vuestro tío Nino y de recargas de la
tarjeta prepago que pudiesen hacer frente a las despiadadas tarifas de
comunicación desde aguas internacionales. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Y ese es el motivo por
el que los dos siempre tuvimos claro que, aunque fuese en otras aguas y bajo
otra bandera, nuestra luna de miel, esa para la que contamos los minutos,
transcurriría a bordo de un crucero. <o:p></o:p></span></div>
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-51482084198035235842016-08-12T12:00:00.000+02:002016-08-12T12:00:13.764+02:00Cómo conocí a vuestro tío - Parte XIII: El edificio de la Universidad (que terminó derrumbándose)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7CH-objYa-l9XmfPV_g1kVbPRqajnrU9NonDkn6fLtK2iwM2pBno1d5j38Rn48E3dPQ1sNBXHnzqmxPkmNGXxpAU6L8s0ph4rkELcJAiDOJcrBUMbbOuJPgTT77CRWKBdaddYhRbOSYM/s1600/F-Oviedo.+Calle+de+Arguelles.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="250" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7CH-objYa-l9XmfPV_g1kVbPRqajnrU9NonDkn6fLtK2iwM2pBno1d5j38Rn48E3dPQ1sNBXHnzqmxPkmNGXxpAU6L8s0ph4rkELcJAiDOJcrBUMbbOuJPgTT77CRWKBdaddYhRbOSYM/s400/F-Oviedo.+Calle+de+Arguelles.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: left; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Chicos, ¿recordáis ese
hueco enorme que hay entre dos edificios en la calle Argüelles de Oviedo? Ese
que queda justo enfrente de la trasera del Campoamor, donde os encanta brincar
sobre los peldaños y correr en torno al Carbayón 2.0. Pues en ese hueco, hasta
el año 2011, se alzaba uno de los edificios de la Universidad. Y desde el
portal de ese edificio, dos años antes de que se derrumbara estrepitosamente
para sorpresa de toda la ciudad, llamé «cariño» a vuestro tío Nino por primera
vez. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Fue un día en que
estaba pachucho, lo recuerdo bien. Me había escrito un mensaje a primera hora
de la mañana para avisarme de que había amanecido con unas décimas de fiebre,
pero que aun así había ido a trabajar. Vosotros ya conocéis las habilidades del
tío Nino en lo que a tecnología se refiere. Quizá sea cierta esa leyenda urbana
de que los hombres no son capaces de realizar dos cosas al mismo tiempo, pero
hay un caso concreto en el que esa norma no se cumple: el tío Nino es capaz de
escribir mensajes en el móvil mientras hace cualquier otra cosa con su vida.
Una vez, incluso, batió el récord de hacer no solo dos, sino tres cosas a la
vez: bajar unas escaleras, escribir un mensaje en el móvil y hacerse un
esguince. Es un <i>crack</i> vuestro tío
Nino, lo sé.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Pero vamos al meollo de
la cuestión: puesto que vuestro tío Nino es capaz de escribir mensajes en
cualquier situación, bajo cualquier circunstancia y desde cualquier lugar, haya
o no cobertura, aquel día me extrañó no volver a recibir ninguna otra señal por
su parte antes del mediodía. Así que decidí llamarlo por teléfono (por aquel
entonces aún no lo hacía a menudo. Bah, y ahora tampoco, en realidad. Lo mío
siempre ha sido la palabra escrita). Pues eso, que lo llamé. Y como estaba en
la calle, y era Oviedo, y en Oviedo siempre llueve, y aquel día no iba a ser la
excepción, y como no quería mojarme, ni que me mojaran los coches que
circulaban junto a mí, ni que el ruido del agua interfiriera en nuestra conversación,
ni que el paraguas molestara, me resguardé bajo el portal del número diecinueve
de la calle Argüelles, detrás de aquella columna puesta por el demonio que
afeaba el escaparate de la tienda oficial de la Universidad de Oviedo. Y sí, el
edificio terminó derrumbándose, pero no conmigo dentro, chicos, sino dos
septiembres después. Porque aquel edificio quejumbroso y renqueante sabía que
tenía que esperar a que una chica pelirroja con las botas encharcadas </span><span style="font-family: "Times New Roman","serif";">―</span><span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">otra vez</span><span style="font-family: "Times New Roman","serif";">―</span><span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"> marcara el número de vuestro
tío Nino para preguntarle cómo estaba y llamarlo «cariño» por primera vez al
encontrarse del otro lado de la línea una voz lastimera apagada por las
anginas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Colgué tras una intensa
sesión de mimos telefónicos frente a un maniquí vestido con la camiseta del
equipo de rugby de la <i>uni</i>. Y poco
después, recibí un mensaje de vuestro tío Nino, a quien al parecer ya se le
habían pasado todos los males y volvía a ser el de siempre:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">«¿Fue una alucinación
producto de la fiebre o me acabas de llamar ‘cariño’?».<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Se suponía que él era
el miembro empalagoso de la relación, el zalamero, el romanticón, por lo que se
estuvo riendo de mí y de mi lapsus lingüístico-afectivo durante días, pero ya no
dejé de llamarlo así. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Además, la broma
tampoco le duró demasiado: tan solo dos semanas después llegó Venecia, y su
desliz superó con creces al mío. Aunque la venganza es un plato que se sirve
frío, yo me lo tomé tibio y lo saboreé igual. Pero eso da para otro capítulo… <o:p></o:p></span></div>
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-25681078635147771222016-08-09T11:00:00.000+02:002016-08-09T11:00:18.348+02:00Cómo conocí a vuestro tío - Parte XII: El regreso del perro del hortelano<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWeX1zkHeHOXCGLpFbUJuU_7sxUYUY95xydnDAQJ-DTMYjo8zHjmapDWhxj1Sb2v7zawG6PkDxowAOO8OzA4pMX0LAgm_H4j7i77lS3vm6ebXyPlpisNqgnfeqHTY9MnoA21msx9pq_dA/s1600/teodoro.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWeX1zkHeHOXCGLpFbUJuU_7sxUYUY95xydnDAQJ-DTMYjo8zHjmapDWhxj1Sb2v7zawG6PkDxowAOO8OzA4pMX0LAgm_H4j7i77lS3vm6ebXyPlpisNqgnfeqHTY9MnoA21msx9pq_dA/s400/teodoro.jpeg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Chicos, en agosto de
2009, para cuando regresé de mis vacaciones estivales en el sur y vuestra tía
Zoe ya me había calentado la cabeza cuanto quiso respecto a lo contenta que estaba
y lo conveniente que resultaba darle por fin una oportunidad a vuestro tío
Nino, habían sucedido dos cosas: por un lado, yo había descubierto de repente
que me gustaba Nino, que me gustaba un montón, que me gustaba más que a un
tonto un lápiz (en realidad, eso ya lo sabía desde mucho tiempo atrás. Desde
aquellos tiempos en los que bajaba corriendo de la facultad y esperaba sin uñas
a que el icono del perenquén apareciera como «conectado») y que estaba
dispuesta a no hacerle esperar más. Por otro lado, vuestro tío Nino había
comprendido que era absurdo seguir esperando algo que nunca iba a llegar, había
caído del guindo al fin y… se había echado novia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Mis planes de
seducción, cuidadosamente planificados durante todo un verano, se fueron a
pique en menos de un minuto con un único mensaje: «Subimos de categoría, así
que este año volveré a jugar en Asturias. Espero que podamos vernos al fin,
pero, sobre todo, aunque ahora esté con otra persona, espero poder darte ese
beso que necesito darte desde que te conozco». <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Chicos, si hay algo que
le gusta en el mundo al <i>hacker</i>
consumado de Nino es todo ese rollo de encriptar información. Y no me negaréis
que en esas treinta y nueve palabras hay mucha información encriptada (por no
hablar de alguna otra totalmente explícita). Viví analizando el contenido de
ese mensaje durante días. Lo leí, lo releí y lo volví a leer. Lo contemplé del
derecho y del revés; sopesé la intención encapsulada detrás de cada sílaba. Y,
finalmente, supe lo que tenía que hacer. Lo único que mi corazón quería hacer,
en realidad: volvió el perro del hortelano.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Después de haber sido
el indiferente destinatario de las atenciones de Nino durante casi dos años y
medio, el perro del hortelano comenzó la mayor campaña de acoso y derribo que
las nuevas tecnologías han tenido el privilegio de presenciar jamás, y que
vuestro tío Nino aún recuerda con cariño y con una dosis mortífera de la
estupefacción con que vivió aquellos días de finales de agosto en los que,
contra todo pronóstico, la chica de sus sueños empezó a hacerle caso de
repente. A él. Porque sí. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"> No
hace falta decir que aquella otra relación no prosperó, claro. El perro del
hortelano jamás se detiene hasta lograr sus propósitos, y en aquella
oportunidad se esmeró a fondo en conseguirlos. Vamos, que hasta que vuestro tío
no dejó a aquella novia repentina que había aparecido inesperadamente en su
vida, no paré. Lo único que puedo decir en mi defensa, chicos, es que esa chica no era
una buena persona, y mucho menos era una buena compañera para vuestro tío. Creedme
cuando os digo que, a excepción de Nino, <i>el Patidifuso</i>, nadie sufrió durante la
narración de este capítulo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Ese fue el instante en
el que por fin, por primera vez en más de dos años, nuestros relojes se
coordinaron. Aunque durante un tiempo todavía ninguno de los dos se atrevió a
expresarlo de forma abierta, los dos sabíamos que el momento de estar juntos
había dejado de ser una quimera absurda e irracional y que estaba cerca,
condenadamente cerca. Que el momento de estar juntos, aunque ninguno de los dos
osara decirlo en voz alta, había llegado. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Y así termina el relato
de la última vez que este condenado perro del hortelano hizo llorar a vuestro tío.
La diferencia con la ocasión anterior es que en esta las lágrimas solo fueron
de alegría…<o:p></o:p></span></div>
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-23435724266827076372016-08-05T14:00:00.000+02:002016-08-05T14:10:41.624+02:00Cómo conocí a vuestro tío - Parte XI: Las bragas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqpdwf2BisKttPDhv4t61BTHI0OpBeFUlGTi-wE8mzoKNHDjPR10NiER4-N2K59o0Vm863rj2hRIN3jSFs33wrt1HxywJivTeKla_Nh3h2CfLyqI1ADMQ-icfn451JAZ29UaAeBXZg5_8/s1600/bragas+rojas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqpdwf2BisKttPDhv4t61BTHI0OpBeFUlGTi-wE8mzoKNHDjPR10NiER4-N2K59o0Vm863rj2hRIN3jSFs33wrt1HxywJivTeKla_Nh3h2CfLyqI1ADMQ-icfn451JAZ29UaAeBXZg5_8/s400/bragas+rojas.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: "ebrima"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: "ebrima"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: "ebrima"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">(Primera publicación en este blog: 15 de
septiembre de 2009)<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: "ebrima"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Todo empezó por unas
bragas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—¿Unas bragas?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Sí, te lo juro. Todo
fue culpa de unas bragas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—¿Me estás diciendo que
te has vuelto una devoradora de hombres por culpa de unas bragas?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Shhh. ¡Baja la voz! No
me he vuelto una devoradora de hombres. Es solo que… Bueno, que ahora me como
más roscos que antes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—No. Es que ahora te
comes alguno, criatura. Es una diferencia sutil pero importante.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Bueno, como tú digas.
¿Quieres oír la historia o no?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Por supuesto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Pues eso. ¿Cuánto
hacía que no estaba con nadie? ¿Un año? ¿Más?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Casi dos, cariño. Casi
dos laaargos años.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Dos, tú lo has dicho.
Y no pongas esa cara que tampoco estaba tan insoportable.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Si tú lo dices…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—¿Sigo?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Sigue.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Llevaba dos años sin comerme
un colín, a excepción de aquel <i>affaire</i>
de madrugada que ni siquiera recordaba a la mañana siguiente. Por un lado no me
preocupaba mucho. Todo el mundo tiene derecho a lamerse las heridas el tiempo
que haga falta, ¿no? Pero por otro… Tú sabes cómo me sentía. Como si fuera un
cervatillo invisible en mitad de la vía y los trenes me arrollaran sin
provocarme dolor. Como si necesitara que alguien hiciera el cambio de agujas,
me rescatase a hombros y me pusiese una tirita en el corazón. Y entonces aparecieron
esas bragas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Esto se pone
interesante.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Lo es. Hacía mucho
calor aquel día. Julio arremetía contra los bañistas como un siroco sin tregua,
y yo no estaba de ánimos para luchar contra el salitre ni los sofocos. Así que
me fui al centro comercial; nada mejor que un lugar amplio, sombrío y con buen
aire acondicionado para pasar la tarde. Y allí, en una tienda de saldos,
encontré las bragas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—¿Y cómo eran? Porque
ya me tienes en ascuas con todo el asunto de las bragas…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Eran unas bragas de
esas que en los desfiles de moda llaman lencería fina pero que entre amigas son
consideradas bragas de golfa. Estaban rebajadas, en el revoltijo del cajón de
los stocks, y yo las acaricié casi sin darme cuenta. Eran tan… especiales. Me
quedé embobada contemplándolas. Eran las típicas bragas que te encantaría que
alguien te viera puestas para dejarlo petrificado en el sitio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Sí, sí, ya sé a qué
bragas te refieres…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Las sostuve entre mis
manos. Eran de mi talla. De mi color. De mi tela. Eran perfectas para mí. Había
visto bragas así muchas veces antes, pero siempre me había asaltado esa punzada
de tristeza al tocarlas. La de pensar que él ya no me las vería puestas nunca
más. O que, en las condiciones actuales, no debería estar pensando en algo tan
lejano e improbable como que alguien se quedara sin habla por mis bragas. Sin
embargo, esta vez fue diferente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—No puedo con tanta
intriga. ¿Por qué fue diferente? ¡Vamos, habla!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Porque mientras
acariciaba la seda transparente, por primera vez en todo este tiempo (¿dos años
dijiste? ¡<i>Wow</i>! Dos años), no fue su
imagen la que me golpeó y me dejó hecha polvo. Ni siquiera la incertidumbre de
no saber si alguna vez volvería a tener la oportunidad de parecerle <i>sexy</i> a alguien. Tan solo tuve el firme
convencimiento de que así sería. Que la persona adecuada aparecería en el
momento oportuno. Que se quedaría patidifuso al verme en ropa interior. Y,
sobre todo, que ese alguien ya no sería él. Tenía todo mi futuro pasando ante
mis ojos, aferrada a las bragas del cajón de los saldos, y en ese futuro yo no
estaba sola, como ahora, ni tampoco con él, como antes. Estaba como quería
estar. En la mejor compañía.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—Dios mío, voy a
llorar…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">—En ese momento, me di
cuenta de que lo había superado. Y ahora… Bueno, el resto de la historia ya la
sabes. […]<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"> Chicos,
aquella noche de julio de 2009, la noche del día en que esperé una cola
infernal en las rebajas de cierto centro comercial solo para comprar unas
bragas que había encontrado en el cajón de los <i>stocks;</i> la noche del día en que sentí que mi alma, entumecida por
los golpes, comenzaba a salir de verdad de su letargo, soñé con vuestro tío
Nino. Y cuando desperté, supe lo que debía hacer con mi vida. Había decidido
estar sola por voluntad propia durante un año y medio, y no hay nada mejor que
estar solos por primera vez para darnos cuenta de la clase de persona que
queremos que camine junto a nosotros. Incluso aunque eso implique descubrir, como
sucedió en esta ocasión, que la persona que queremos que esté a nuestro lado ya
lleva ahí mucho tiempo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">El problema es que a
vuestro tío Nino y a mí siempre se nos ha dado fenomenal eso de ir a destiempo.
Pero no adelantemos acontecimientos…<o:p></o:p></span></div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-12615530806045670672016-08-03T11:00:00.000+02:002016-08-03T11:00:12.206+02:00Cómo conocí a vuestro tío - Parte X: La pelirroja<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyCC-HI84PCx_N3yrR3Y3pIkb5GRziDMtC9gq6sqoy0vzF-hUX-gX7CPQ0W-_h7YKdDFt2DawPXcB1KpRvNVXU8YceeTyzX9-lP-WR4BNM_lE_ADv0Zv7FsD54L5WJjtwCeMvEZaUUHEg/s1600/chica-pelo-pelirrojo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyCC-HI84PCx_N3yrR3Y3pIkb5GRziDMtC9gq6sqoy0vzF-hUX-gX7CPQ0W-_h7YKdDFt2DawPXcB1KpRvNVXU8YceeTyzX9-lP-WR4BNM_lE_ADv0Zv7FsD54L5WJjtwCeMvEZaUUHEg/s400/chica-pelo-pelirrojo.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Chicos, quizá el mes de
marzo de 2008 no supuso un antes y un después en nuestra relación, pero sí supuso
un auténtico antes y después en mi vida. Durante aquel mes, justo un año
después de conocer al tío Nino, pasaron tres cosas, una detrás de otra: leí el
libro <i>Posdata: te amo</i>, abandoné la
metadona de una vez por todas y me teñí el pelo de rojo. Por ese orden.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Pero vayamos por
partes… Si no me equivoco, nos habíamos quedado en que mi vida gozaba de cierta
estabilidad, ¿no es así? El problema es que la estabilidad al lado de personas
como la metadona implica escuchar a menudo cosas como: «me he cansado de la
vida que llevo, y eso se aplica a nuestra relación», «hasta que las cosas no
cambien no podré ofrecerte lo que necesitas» o, mi favorita, «estoy con otra,
pero no la quiero tanto como a ti». Y por muy rencorosa, testaruda, orgullosa,
introvertida y perro del hortelano con tendencia al melodrama que una sea,
chicos, hay cosas que simplemente no se pueden permitir. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Por suerte, la claridad
llegó a mi vida en el momento justo. Para resumir, la cosa sucedió más o menos
así:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Sábado, 1 de marzo de 2008 (quince días para el cumpleaños de Nino):</span></b><span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"> cae en mis manos
cierto libro de Cecelia Ahern. Empiezo a llorar así como, renglón arriba,
renglón abajo… en el primer párrafo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Lunes, 3 de marzo de 2008 (trece días para el cumpleaños de Nino):</span></b><span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"> salgo corriendo de la
facultad. Durante el fin de semana las lágrimas me impedían ver el texto, así
que no he podido terminar el libro. Sigo leyendo. Moco tendido. Deshidratación.
Muerte por los ojos. Termino la novela y tengo una bendita epifanía: la vida
son dos días. En serio. Os he descubierto la pólvora, ¿a que sí? Dos puñeteros
días. Y yo estoy cansada de haber pasado llorando la cuarta parte de ellos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Martes, 4 de marzo de 2008 (doce días para el cumpleaños de Nino):</span></b><span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"> hago un descubrimiento
casual que me lleva a oír otra vez mi frase favorita de la metadona. «Estoy con
otra, pero no la quiero tanto como a ti». Cinco años y medio después, la
metadona se va a tomar por culo de mi vida. De verdad. De forma definitiva.
Esta vez sí. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Sábado, 15 de marzo de 2008 (un día para el cumpleaños de Nino):</span></b><span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"> me tiño el pelo de
rojo. A lo largo de los últimos años he coqueteado con el caoba, el morado,
incluso con el fucsia… pero no. Tengo alma de pelirroja. Siempre lo he sabido,
y ya ha llegado el momento de serlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Domingo, 16 de marzo de 2008:</span></b><span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"> «¡Felices 26! Adivina: desde hoy hay una nueva
pelirroja en el mundo. De regalo de cumpleaños, te mando una foto en primicia,
a ver si la reconoces. ¡Que disfrutes de tu día y cumplas muchos más! Por
cierto… vuelvo a estar soltera». <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Antes os conté que
vuestro tío Nino me hizo un regalo inesperado un año antes, cuando cumplí los
veintidós, pero como ya bastante idealizado tenéis todos al «trozo de pan» de
Nino en esta familia, no quería que pensarais que vuestra tía Clara es una
egoísta sin escrúpulos incapaz de estar a la altura en un cumpleaños… <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Chicos, en marzo de
2008 leí <i>Posdata: te amo</i>, con el que
aprendí que ser feliz nunca debería ser una tarea difícil. Justo después me
inscribí en mi primer taller de escritura, y he seguido escribiendo desde
entonces. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">En marzo de 2008 renegué
para siempre de la metadona, y he estado sobria desde entonces. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">En marzo de 2008 me
teñí el pelo. Y he sido pelirroja desde entonces. </span><span style="font-family: "segoe ui symbol" , "sans-serif"; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><o:p></o:p></span></div>
<br />Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-45388569239294960242016-08-01T11:00:00.000+02:002016-08-01T11:00:10.995+02:00Cómo conocí a vuestro tío - Parte IX: La bajada de pantalones<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWybKxteSqeTMxabqc3441QUmKgMxjbu5g9KVhB8QLeNwrBeEPXavxLxYDMMiDDIkKjtbOrrL66iO7fsXOtaNUNTNEE7LJ_spXHJD8U-GQUd_qRt0vC2FryviKd5mgTpeh7uvHTtvqgpA/s1600/872234.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="139" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWybKxteSqeTMxabqc3441QUmKgMxjbu5g9KVhB8QLeNwrBeEPXavxLxYDMMiDDIkKjtbOrrL66iO7fsXOtaNUNTNEE7LJ_spXHJD8U-GQUd_qRt0vC2FryviKd5mgTpeh7uvHTtvqgpA/s640/872234.jpg" width="640" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">¿Dónde nos habíamos
quedado? ¡Ah, sí! En el momento en que yo decidí cortar de raíz la no-relación
con vuestro tío Nino. Después de eso, pasaron unos cuantos meses sin que supiera
nada de él, a excepción de un inesperado regalo de cumpleaños que llegó a casa
una tarde encapotada. ¿Os suena esa figurita en la que Sally, la protagonista
de <i>Pesadilla antes de Navidad</i>, se
zurce un brazo entre lápidas y que durante mucho tiempo todos pudisteis ver presidiendo
mi escritorio? Hace tiempo que no está ahí porque se vino a Tenerife en la
mudanza, pero os puedo garantizar que aún hoy sigue conmigo. Ese fue el primer
regalo que me hizo vuestro tío Nino. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Una vez pasado mi
cumpleaños, sin embargo, el silencio volvió a instalarse entre los dos, y en
esa ocasión fue absoluto. Él siguió con su vida, yo seguí </span><span style="font-family: "Times New Roman","serif";">―</span><span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">a trompicones, para variar</span><span style="font-family: "Times New Roman","serif";">―</span><span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"> con mi metadona, y, hasta cierto punto,
todo se mantuvo en orden dentro de ese absurdo desequilibrio equilibrado de
rupturas tóxicas y reconciliaciones aún más dañinas en el que yo ya me había
acostumbrado a vivir. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Y entonces un día, de
repente, igual que todo había terminado, todo volvió a comenzar. Y empezó de
nuevo gracias a que uno de los dos se tragó el orgullo. Uno de los dos se lanzó
a la piscina aun sabiendo que era muy probable que esta no tuviera ni una sola gota
de agua. En pocas palabras: uno de los dos se bajó, metafóricamente hablando,
los pantalones. Y una vez más, ese alguien no fui yo (chicos, os puedo
garantizar que todo lo que tuvo que sufrir vuestro tío Nino en los inicios de
nuestra relación se lo he recompensado con creces con el tiempo). <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Era una mañana de
noviembre, y yo asistía a una de las ponencias de un congreso de psicología
tremendamente soporífero. Aguardaba con impaciencia que anunciaran la pausa
para el café cuando mi móvil vibró de pronto en el fondo del bolso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">El nombre de vuestro
tío Nino iluminó la pantalla por primera vez en meses, y mis manos volvieron a
temblar como si el tiempo no hubiese transcurrido. Abrí el mensaje con temor y
una pizca de euforia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">«Supongo que tú ya no
te acordarás de mí, pero yo aún te veo en todas las caras con las que me cruzo
por la calle. No quiero molestarte, solo me gustaría saber cómo estás.
Discúlpame si te ofendo. Besos». <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Ebrima; mso-bidi-font-family: Aharoni;">Chicos, ya no volví a
enfadarme con él nunca más. </span></div>
Unknownnoreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-8004009213162383071.post-39549602780297143842016-07-28T11:00:00.000+02:002016-07-28T11:00:25.039+02:00Cómo conocí a vuestro tío - Parte VIII: El perro del hortelano<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhib1lxij1F95CT4b96QDuj_MuXYZbtvEDfU-LOzVI5jr-1dSVUsEhgLFZZMRC5z9dcVG708mewiMyuPcf3D94364NGjnD4EAnLfFZq9yHzfNbZ2bYUWnoFXdPHKOfs3IGlkumDdbqaSQ/s1600/047025_ph2.jpg-r_760_x-f_jpg-q_x-20020629_054605.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="270" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhib1lxij1F95CT4b96QDuj_MuXYZbtvEDfU-LOzVI5jr-1dSVUsEhgLFZZMRC5z9dcVG708mewiMyuPcf3D94364NGjnD4EAnLfFZq9yHzfNbZ2bYUWnoFXdPHKOfs3IGlkumDdbqaSQ/s400/047025_ph2.jpg-r_760_x-f_jpg-q_x-20020629_054605.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; mso-bidi-font-family: Aharoni;">El episodio de las botas encharcadas es uno de
los mejores recuerdos que conservo de aquella época alocada en la que vuestro
tío Nino entró a formar parte de mi vida.
Y eso a pesar de que, contra todo pronóstico, fue uno de los últimos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima";">Chicos,
que soy una mujer con algunas virtudes, pero también con un buen puñado de
defectos, es algo que no os pilla por sorpresa (para eso está vuestra abuela
encargándose de recordarlo siempre que se tercie). En mayo de 2007, a punto de
cumplir los veintidós, yo creía que ya me conocía a mí misma lo suficiente como
para saber cuáles eran todos esos defectos, pero lo cierto es que me equivocaba.
Porque resultó que esa primavera descubrí que, además de rencorosa, testaruda,
orgullosa, introvertida y con tendencia al melodrama, yo era el perro del
hortelano.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima";">Los
ánimos a mi alrededor, para qué negarlo, estaban caldeados. Después de un mes
de abril de ensueño, mayo se presentó con una bofetada de realidad: ni Nino era
mi pareja ni yo podía seguir evadiendo el hecho de que ya tenía una. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; text-indent: 35.4pt;">La cuerda se empezó a
tensar por ambas partes hasta que, poco tiempo después, se rompió por el lado
más débil. Pero no, no os vayáis a pensar que se debió a un oportuno y
civilizado brote de raciocinio y magnanimidad consensuado por todos. La cuerda
la rompí yo, de la peor manera posible, y lo hice por celos. Los celos más
abrasadores que he sentido nunca. Los celos que vuestro tío Nino (sí, sí, ese
mismo tío Nino. El que parece que no ha roto un plato en toda su vida) empezó a
azuzar en mi interior de forma sibilina. Y yo, que ni como ni dejo comer, ni
estoy fuera ni estoy dentro, decidí resolver la situación de la única forma
saludable que se le ocurrió a mi yo de menos de veintidós años: montando un
pollo del quince y despidiéndome de vuestro tío, aparentemente para siempre,
justo antes de eliminarlo de mi Messenger, mi cuenta de correo y mi teléfono.
Y, chicos, para la gente de mi generación, que te eliminaran del Messenger era
la peor catástrofe que te podía suceder. Algo todavía más terrorífico que
gastarte todo el saldo de la tarjeta prepago en una única llamada.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "ebrima"; text-indent: 35.4pt;">Llena de dolor, de
rabia, de nostalgia y de un ponzoñoso anhelo por lo que pudo haber sido y ya
nunca sería, seguí con mi vida, mi vida sin Nino, y así termina el relato de la
primera vez que este condenado perro del hortelano hizo llorar a vuestro tío. </span></div>
<br />Unknownnoreply@blogger.com0