lunes, 4 de julio de 2016

Cómo conocí a vuestro tío - Introducción


Interior de sala de estar. Última hora de la tarde. Cuatro niños se agolpan en un sofá de escay rojo. La mayor, Alma, ronda los dieciséis, tiene ojos vivarachos y actitud callada. Le siguen dos niños, Enzo y Marco, de doce y nueve años, que se revuelven como polvorillas y que gritan de asco cada vez que menciono la palabra «amor». La más pequeña, Rosi, que acaba de cumplir los seis, y a la que le gustan los vestidos de princesa y raparse el pelo a partes iguales, finge prestar atención a lo que digo, aunque, en el fondo, no se está enterando de mucho. 

Chicos, en la primavera de 2007, cuando tú, Marco, estabas a punto de nacer, vuestra tía Clara conoció a vuestro tío Nino.  

Pues vaya cosa, diréis vosotros. ¿Y para hablarnos de algo tan simple y tan aburrido como el destino nos has hecho sentarnos aquí en lugar de dejarnos lanzar los cojines por los aires y dar volteretas sobre el escay rojo? Ya sé que eso es lo que os gustaría estar haciendo. Sobre todo hoy, que en esta casa todo el mundo parece estar unos decibelios más histérico de lo habitual. No os preocupéis, chicos. Están nerviosos por la boda. Se les pasará. Mientras tanto, si me lo permitís, voy a interrumpir un rato vuestros juegos, porque me apetece mucho contaros cómo conocí a vuestro tío. 

Estoy segura de que a estas alturas ya habréis tenido ocasión de escuchar la historia de Internet, la de la caravana de mujeres y la de cierto partido de balonmano. Pero ¿cuál es la auténtica?, os preguntaréis. Pues lamento deciros que todas, chicos. Todas son genuinas. Y ninguna de ellas, ninguna de las pequeñas historias que forman parte de esa otra historia grande y maravillosa, una historia que en realidad no empieza (ni termina) en 2007, son simples o aburridas. Porque todas esas pequeñas historias son las que nos han traído a vuestro tío Nino y a mí misma en volandas hasta aquí, hasta la noche antes de nuestra boda. 

Tal vez el hecho de que dos personas se conozcan no tenga ninguna ciencia, lo sé, pero no fue así en nuestro caso. Porque vuestro tío Nino y yo no nos conocimos, chicos. Vuestro tío Nino y yo confluimos. Y esta es la única y verdadera historia de cómo lo hicimos.

2 comentarios:

Irdala dijo...

Muy bien, pues aquí me tienes ya esperando la próxima entrega, ¡faltaría más!

Érika Gael dijo...

Jejeje, ¡muchas gracias, preciosa! Sabía que te encontraría por aquí ;).