jueves, 24 de junio de 2010

Hay un asesino en nuestras calles


Mis sospechas comenzaron ayer y hoy lo pude confirmar.

Un asesino anda suelto.

Lo sé porque ya se ha cobrado su tercera víctima, y sé que el culpable es la misma persona porque el modus operandi no es difícil de identificar: decapita a los sujetos elegidos, los tumba boca arriba sobre el césped o el asfalto e intenta que no se vea el borde sangrante del cuello adosándolo al bordillo de la acera o semienterrándolo bajo la hierba.

A la gente no parece preocuparle lo más mínimo. De hecho, todos campan a sus anchas sin ninguna precaución en los aledaños de los lugares del crimen. Hay niños correteando, madres dando la cháchara, ambulancias que rodean los cadáveres sin detenerse y jubilados camino del gimnasio que no dejan de silbar ni ante unas vistas tan atroces.

A veces me pregunto si sólo yo las veo. A veces me pregunto si estoy sola en esta ciudad. Sé que sí, y eso es lo más duro.

Hay un asesino de palomas y yo ya he visto tres fiambres en tres zonas distintas, pero ni siquiera yo me detengo. Ni siquiera el morbo me incita a no apartar la mirada; ni siquiera la escasa compasión que pudiera sentir por unos bichos tan asquerosos me obliga a tomar cartas en el asunto.

Hace demasiado sol y me molesta. Hay demasiada gente feliz a mi alrededor y me molesta. Hay una sobrecarga de cosas que hacer en el día a día y me molesta. Hay pocas ilusiones, muchos fracasos, y sobre manera me molestan.

La vida me molesta. Y, de un modo rastrero y egoísta, las palomas muertas, también. Aunque sea yo la única que les presta unas migajas de mi atención.





A quienes podáis contemplarla... disfrutad de la hermosura de la flor del agua.

lunes, 21 de junio de 2010

ST


Nada hay más obsceno que la sangre. A excepción, quizá, de las lágrimas.

lunes, 14 de junio de 2010

Con cariño desde Gecko Books

Como bien sabéis, el 9 de mayo tuve la fortuna de presentar Faery en la feria del libro de mi ciudad. Esa tarde, un grupo de personitas que no conocía de nada se plantaron en la carpa cámara en mano, se hicieron con mi novela y corrieron a situarse las primeras en la cola para firmar ejemplares.

Tanto esfuerzo (según dicen ellas) mereció la pena, y aquí están las estupendas reseñas que Otero y Sasy me dedican en su blog, Gecko Books.

Desde aquí quiero mandarles un saludo a estas preciosas e inquietas asturianas, para que luego digan que los jóvenes sólo sabemos cometer actos delictivos. Mil besos!!!

sábado, 12 de junio de 2010

VideoReseña en El Rincón de las Pompas Locas y otro regalo sorpresa


La euforia por la libertad recién conseguida me impulsa a dejaros en la actualización de hoy dos regalos que sé que much@s disfrutaréis tanto o más que yo ;).

Por un lado, la VideoReseña sobre Faery en el blog de El Rincón de las Pompas Locas, que he tenido el placer de encontrar fisgoneando un poco por la red. Muchas gracias a su autora por utilizar mi libro de conejillo de indias. Es un orgullo y me encanta el resultado!

VideoReseña en El Rincón de las Pompas Locas

Por otro lado, no es ningún secreto para nadie que visite esta página y que tenga la paciencia de llegar hasta el final para comprobar de dónde procede la música, que una de mis ya innumerables pasiones es el ballet clásico. Puesto que hace escasos minutos que he entrado en casa (tromba de agua incluida) después de tener el privilegio de disfrutar de "El Lago de los Cisnes" en vivo y en directo, os hago partícipes a tod@s de mi entusiasmo y os cedo una de mis partes favoritas de la obra: los 32 fouettés de Odile y el final del tercer acto. Estoy segura de que sabréis apreciar esta sorpresa como se merece, y prometo colgar alguna reflexión respecto a este lujazo de espectáculo sin tardar mucho.



domingo, 6 de junio de 2010

Emoción


Es un día lleno de emoción.

Emoción porque el final de la temporada de exámenes, para bien o para mal, está a la vuelta de la esquina.

Emoción porque siento que he recuperado una parte imprescindible que me faltaba para ser feliz, concretamente la parte de nombre Érika y de apellido Gael, que hacía tiempo que no se daba un paseo por mi cabeza para hacer de las suyas.

Emoción porque nuevos proyectos brotan de mi imaginación y se dibujan sobre folios de colores como rayos de un sol que a Asturias aún está por llegar.

Emoción porque me encanta que los franceses hablen como palomos inflados y, a estas alturas, ni siquiera entiendo como pude olvidar algo tan especial.

Emoción porque la primera parte de las Crónicas de Nick ya está a la venta, y cuento los días para que caiga en mis manos.

Emoción porque, un año más, las compañías low cost van a permitir que tenga unas vacaciones memorables, y porque un pajarito me ha dicho que en Oporto está una de las librerías más hermosas del mundo.

Emoción porque vuestras opiniones acerca de Faery me siguen llegando al corazón (en concreto hoy os traigo la de la página de Anika entre Libros, que podéis leer aquí )

Emoción porque siento que formo parte de algo grande, y que vosotros formáis parte de mí.

Emoción porque hoy me siento capaz de hacer cualquier cosa que me proponga.

Emoción porque, de momento, el cuarto de siglo no se lleva nada mal ;).

jueves, 3 de junio de 2010

La vuelta a París


Hay trozos de mi corazón desperdigados por múltiples rincones del mundo, pero, si alguna vez visitáis París, no encontraréis ninguno. Porque París nunca tendría el valor de conformarse con unas migajas; se lo llevó entero.


Son sitios, me dice la razón. Los sitios no piensan, no se emocionan. Los pilares que sostienen el puente de Sully no saben que un río con nombre de mujer discurre entre ellos. La rectilínea escalinata del Musée d´Orsay no conoce el universo de pinceladas airadas al que se dirige. El Moulin de la Galette no tiene idea de por qué se llama así, ni qué cielo dejaron de rasgar hace décadas sus resquebrajadas aspas. La Salpêtrière no escucha ningún grito fantasmal reverberando entre las piedras de sus muros. ¿Qué culpa tiene la Biblioteca Nacional de inundarse cuando no debe por culpa de un río con nombre de mujer?


Son sitios. No piensan, los sitios. No se emocionan.


La musa que aún llora la muerte de Chopin no puede hacer nada por nuestros recónditos deseos. Absolutamente nada. Los andenes de la gare no despiden al TGV cuando dice adiós rumbo a un destino indefinido. El glamour de Pigalle es de hojalata; las prostitutas del Bois de Boulogne no llevan zapatitos de cristal, sino más bien botas de charol violadas por el barro de los lagos. Ni siquiera hay un bonito palacio real con arabescos, esculturas alegóricas y balaustradas de bronce en el centro de París. Tan sólo un basto edificio gris con severos chapiteles donde conservar la cuchilla que decapitará al próximo que se atreva a insinuar que París es una ciudad apta para princesas.


Son sitios, pero a mí me hacen pensar, reír, llorar sin remedio, anhelar, temblar de hielo y de fuego, esperar, suspirar y desesperar; enfadar, soñar, gritar, correr, besar, buscar, bromear, admirar, decir, vibrar, consentir, suplicar, gemir, odiar. Vivir.


Mi alma vuelve a la ciudad a la que pertenece, ésa de la que nunca llegó a marcharse del todo. Regreso a la ciudad que no me vio nacer, ni me vio crecer, ni, probablemente, me verá morir, pero que siempre me verá sonreír, sentir y amar.