sábado, 28 de marzo de 2009

Una chispa de polvo de estrellas







Tal vez lo único que me hacía falta era rodearme un rato de felicidad ficticia para reemprender la marcha hacia adelante. Después de tanto tiempo de apatía y de falta de inspiración, tal vez lo único que necesitaba era volver a los orígenes, al momento determinante en que los astros se alinean para provocar un efecto mariposa durante el Mardi Gras: dos bandas de música colisionan en un cruce entre calles, obligando a una de ellas a detenerse y ceder el paso. Eso desata el delirio entre la multitud, que corre a empaparse del espíritu festivo. Lari, en la habitación del hotel, se percata del tumulto y corre a avisar a sus amigas, que se pelean por el enchufe del secador en el cuarto de baño. Instantáneamente, las dos abandonan su rifirrafe y corren al balcón a contemplar la escena, a la vez que una pandilla de veinteañeros, con aspecto de matones a sueldo y capitaneados por el tío más guapo que haya pisado alguna vez el carnaval, recorren las calles del Barrio Francés en busca de un poco de diversión. A la altura de Bourbon Street el tráfico de gente, músicos y alcohol se hace intransitable, así que optan por desviarse en la primera bocacalle a la derecha. Toulouse Street. El mismo lugar en el que se alza el hotel St. Marie, en el que se hospeda una joven de cabellos castaños y ojos ambarinos, en el que se ha detenido una comparsa, en el que la multitud aplaude alborotada, en el que se lanzan collares, en el que la muchacha se asoma al balcón para comprobar qué sucede.


Y, voilá, el aleteo de la mariposa ha surtido el efecto adecuado, porque sus miradas se encuentran y sus vidas cambian. Tan sólo hay que rellenar unos cuantos folios con ellas.

Me hacía falta recuperar la confianza en la novela, la confianza en mí y, sobre todo, la confianza en que el amor de David y Carlota, a pesar de todo, es posible. Sólo hacía falta una chispa de polvo de estrellas.


La guerra no ha terminado, pero la batalla que esta noche he librado con las palabras, la he ganado yo.

1 comentario:

Pilar Cabero dijo...

¡Esa es mi niña de pelo rojo!
Venga, que ya la tienes enfilada.
Besitos.